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Alocución del Presidente de la Cámara de Representantes del Reino de Marruecos en nombre de la Sección marroquí con motivo de la 143ª Asamblea de la Unión Interparlamentaria (UIP)

27/11/2021

Señor Presidente,

Colegas Presidentas y Presidentes de instituciones legislativas y miembros de delegaciones,

Señor Secretario General,

Señoras y Señores,

En primer lugar, quisiera expresar mis agradecimientos, en nombre del Parlamento del Reino de Marruecos, a las autoridades españolas y a su Parlamento por acoger la 143ª Asamblea de la Unión Interparlamentaria, y felicitar a este país amigo, vecino y socio, por haber reunido las condiciones de su éxito, en un difícil contexto impuesto por la pandemia de COVID-19, con todas las consecuencias que la misma ha generado y sigue generando, dando lugar a importantes mutaciones en las políticas públicas, los sistemas socioeconómicos, las modalidades de trabajo, y especialmente en términos de prioridades.

En este sentido, nuestra Unión ha acertado al elegir el tema de “Los retos contemporáneos de la democracia: superar la división y construir comunidad”, como eje del debate general de esta sesión. La pandemia de COVID-19 ha agravado significativamente las disparidades sociales y espaciales dentro de un mismo país, así como entre los miembros de la comunidad internacional, entre el Norte y el Sur, y entre los países ricos y pobres. Por otra parte, han surgido más divisiones, se han agudizado las polarizaciones y se han multiplicado las manifestaciones de crítica y protesta tanto en el Sur como en el Norte.

Tal situación no ha hecho sino agravar los desafíos que ya de por sí afronta la democracia representativa, dado que las corrientes populistas y cerradas han encontrado un terreno fértil para florecer y prosperar, del mismo modo que las tendencias “soberanistas” han hallado nuevas y falsas justificaciones para pulir sus discursos y llamadas proteccionistas, inculcándolos en la conciencia colectiva.  

A medida que este tipo de pensamiento comienza a ganar seguidores tanto en el Norte como en el Sur, se ancla una profunda sensación de injusticia, marginación y exclusión entre amplias categorías de los pueblos del mundo, especialmente en el Sur. Efectivamente, la pandemia ha profundizado las manifestaciones de pobreza y ha sobrecargado los ya frágiles sistemas y servicios de salud, además de haber aumentado la presión sobre un gasto público de por sí modesto.

Este sentimiento se ha visto reforzado por la modesta e incluso débil solidaridad internacional en la lucha contra la pandemia, especialmente en el caso de África y América Latina, como lo hemos podido constatar en lo que respecta al suministro de vacunas y la tasa de vacunación en el continente africano al que pertenecemos. Con esta ocasión, queremos insistir en el derecho de acceso de sus pueblos a las vacunas y a los medicamentos.

En este sentido, cabe preguntarnos, señor Presidente, estimada/os colegas, a la luz de la historia antigua, moderna y contemporánea, ¿si la democracia representativa acaso no ha sido y seguirá siendo una necesidad social acuciante y una exigencia institucional?

De hecho, incluso en plena pandemia, los Parlamentos se han erigido como una de las principales prioridades para adoptar una legislación adecuada al contexto, preservar los derechos y libertades y aprobar los presupuestos necesarios para financiar la economía y autorizar el gasto en un contexto particular. La historia nos enseña, desde la antigua Atenas hace 25 siglos, que el debate público y democrático es una necesidad política y social.

¿Acaso no ha constituido la democracia representativa y pluralista la solución a las agudas crisis de la era posterior a la Segunda Guerra Mundial? ¿No es eso lo que algunos pueblos que sufren guerras internas y terrorismo buscan hoy en día en términos políticos?

Señor Presidente,

Algunas tesis tienden a subrayar que la democracia institucional representativa, materializada especialmente en los Parlamentos, se ha visto afectada por el agotamiento o la vetustez, mientras que las tendencias contrarias a la democracia parlamentaria, institucional y representativa no cesan de debilitarla.

Si bien esta conclusión es parcialmente correcta, nosotros, en tanto que parlamentarios y élites, hemos de seguir comprometidos con la obligación de aportar el aliento necesario y el impulso estratégico a la democracia, así como de mantener la eficacia y rentabilidad de la labor parlamentaria, mientras la democracia siga siendo la principal garantía para afrontar el caos y la hegemonía del poder.

Así pues, en el contexto de nuestro debate y sobre la base de la práctica que hemos acumulado en el Reino de Marruecos, consideramos que las sugerencias que vamos a presentar en lo que sigue, pueden contribuir a la renovación de la democracia institucional y aportarle el impulso necesario para que la gente pueda interiorizarla y confiar en la misma.

De este modo, consideramos que:

 

  1. Los Parlamentos, además de su función original de legislar y de controlar la acción del Gobierno, deben centrarse en la evaluación de las políticas públicas y evaluar su impacto en la vida de las personas, así como fortalecer la diplomacia parlamentaria representada tanto por nuestra Unión como por otras instituciones multilaterales;
  2. Debemos establecer el concepto de Parlamento de proximidad, que comunique con las ciudadanas y los ciudadanos y vele por reflejar sus preocupaciones;
  3. Fortalecer los papeles de los partidos políticos, siendo una de las herramientas de mediación necesarias para la estabilidad y la promoción de la participación en la gestión de lo público;
  4. Consolidar la democracia participativa y ciudadana y apoyar los papeles de la sociedad civil, que orienta las iniciativas ciudadanas en la elaboración de legislaciones y la presentación de peticiones a las autoridades públicas, además de contribuir a la evaluación de las políticas públicas y desempeñar el papel de vigilancia y alerta ante los problemas y cuestiones de la sociedad;
  5. Revalorar el debate público de alto nivel, la política, el pensamiento y los valores democráticos, así como actuar mediante un uso eficiente de las nuevas tecnologías y redes de comunicación al servicio de contenidos constructivos y positivos, con el objetivo de vehicular los valores de la democracia, el pluralismo, la moderación y la apertura,
  6. Los parlamentos deben contribuir, junto con la familia, los medios de comunicación, la escuela, la universidad y el espacio público, a la consolidación de los valores de participación y democracia.

 

Señor Presidente,

Estimada/os colegas,

La democracia se ve hoy en día afectada y afecta a una serie de cuestiones que se han convertido en factores influyentes en las estrategias internacionales, tales como las migraciones, el asilo, el éxodo y los desequilibrios climáticos. En tanto que parlamentarios, hemos de hacer frente a los orígenes de estos problemas internacionales que vivimos actualmente y corregir los errores que se vehiculan en torno a dichos fenómenos.

Por otra parte, no debemos perder de vista la articulación general entre la democracia y el desarrollo, y la necesidad de hacer frente a la pobreza. Si los ciudadanos aspiran a ver el rendimiento de la democracia y de las instituciones representativas, el surgimiento de nuevos mecanismos de solidaridad internacional para el desarrollo y la transferencia de capitales, nuevas tecnologías y tecnologías de la salud del Norte al Sur, se presenta como una imperiosa necesidad. De manera paralela a la globalización de la economía y la idea democrática, las riquezas, el progreso tecnológico y los conocimientos alcanzados por la humanidad deben ser compartidos.

Evidentemente, ello solo será posible sobre la base de la estabilidad y el respeto a la soberanía de los Estados, su integridad territorial y sus tradiciones políticas, esencialmente democráticas.

Gracias por su atención