En el nombre de Dios, el clemente, el Misericordioso, y la oración y el saludo sean sobre nuestro señor Enviado de Dios, su familia y compañeros,
Señor Presidente de la Cámara de Consejeros,
Señor Presidente de la Unión Interparlamentaria,
Señor Presidente del Consejo Global para la Tolerancia y la Paz,
Señor representante de la Liga Árabe,
Señora Presidenta del Parlamento Internacional para la Tolerancia y la Paz,
Señoras y señores Embajadora/es,
Señoras y señores,
Me complace y me honra intervenir en la apertura de los trabajos del Parlamento Internacional del Consejo Global para la Tolerancia y la Paz en su décima Sesión. Han elegido, con conciencia y voluntad sinceras, celebrar dicha Sesión en Rabat, capital del Reino de Marruecos, en el mismo año en que Rabat ha sido declarada capital de la cultura islámica por la Organización Mundial Islámica para la Educación, la Ciencia y la Cultura (ICESCO). De igual modo, se trata de la capital que ha organizado últimamente el Salón Internacional de la Edición y del Libro, precisamente el pasado mes, siendo también la capital de la cultura africana. Esto, sin evocar el valor simbólico que esta capital árabe, musulmana y africana ha adquirido cuando Su Majestad el Rey Mohammed V, que Dios le protege, la bautizó como la capital de las luces, teniendo en cuenta las dimensiones reales concretas que significa esta denominación, ya que los espacios de Rabat se han vuelto iluminados y luminosos, así como las dimensiones y connotaciones que subrayan la clara opción del Reino de Marruecos de defender el pensamiento de las luces, la racionalidad, la democracia, la modernización y los valores de la tolerancia, la paz, la libertad, la justicia, los derechos humanos y la equidad.
Al anunciar la apertura de esta Sesión en presencia de queridas personalidades y estimados amigos y hermanos, doy también, en nombre de la Cámara de Representantes de nuestro país, mi bienvenida a todos ustedes en su segundo país, agradeciendo su visita a Rabat y felicitándome por este noble espíritu de fraternidad al elegir Rabat como espacio de esta importante Sesión. Estoy convencido de que será una Sesión productiva y permanecerá grabada en la memoria de los presentes, así como en la historia de esta distinguida institución, el Consejo Global para la Tolerancia y la Paz.
Esta Sesión, que se celebra en Rabat, se centrará sin lugar a dudas en preocupaciones vitales relacionadas con las reuniones de las Comisiones Competentes y en el examen de una serie de cuestiones clave, entre ellas: la promoción de la paz, las mujeres y la juventud, los asuntos exteriores, el desarrollo sostenible, los asuntos jurídicos y la lucha contra el terrorismo. Sin embargo, lo más importante es la dimensión política, humanitaria, cultural y de civilización de estos temas, especialmente gracias a su presencia, en un país árabe, africano, islámico y mediterráneo, cuyos Reyes han abogado siempre por los valores de la tolerancia y la paz, a saber, el difunto Su Majestad el Rey Mohammed V, el difunto Su Majestad el Rey Hassan II, que Dios le tenga su alma en su santa misericordia, y Su Majestad el Rey Mohammed VI, que Dios le asista, que ha hecho de la paz una doctrina para su nación y país y una cultura política y ética que rige las orientaciones oficiales de las instituciones del Estado y la toma de decisiones.
No necesito, quizás, recordar el gran papel que el Reino de Marruecos ha desempeñado en la promoción de un clima de confianza, el establecimiento de las bases del diálogo entre las tres religiones monoteístas, las conferencias y reuniones albergadas por el Reino en este sentido, la visita de Su Santidad el Papa Juan Pablo II a Casablanca en el verano de 1985 bajo el reinado de Su Majestad el Rey Hassan II, y de Su Santidad el Papa Francisco a Rabat en 2019 y su histórico encuentro con el Comendador de los Creyentes, Su Majestad el Rey Mohammed VI, el papel de Su Majestad en el apoyo de los proyectos de tolerancia y paz en Oriente Medio, en particular al servicio de Al Quds Al-Sharif y sus santuarios religiosos y espirituales, así como sus sinceros esfuerzos por encontrar soluciones justas y equitativas a esta inquietante causa, con miras a encontrar una solución justa y definitiva a la causa del hermano pueblo palestino y su derecho a la independencia y a la construcción de su Estado nacional independiente.
Su organización, o mejor dicho nuestra organización (el Consejo Global para la Tolerancia y la Paz), celebrando su Sesión en el Reino de Marruecos, es consciente de que ha elegido uno de los espacios parlamentarios que se implica activamente en el horizonte islámico e incluso cósmico que apoya la civilización de la tolerancia y las opciones de paz.
Partiendo de esta sincera convicción en los principios, la cultura y las perspectivas de tolerancia y paz, acogemos a este Parlamento con mayor orgullo, aprecio y gratitud. Es también una ocasión para subrayar que Marruecos, bajo la dirección de Su Majestad el Rey, que Dios le asista, ha consolidado su compromiso, eficaz y vitalmente, con las dinámicas de la paz mundial y siempre ha manifestado su contribución concreta a los diversos compromisos de la comunidad internacional relativos a la paz, la seguridad y la estabilidad, especialmente en lo que se refiere a los cambios climáticos y medioambientales, la migración, los derechos humanos y la justicia, la justicia de transición, las cuestiones económicas, sociales, culturales y lingüísticas, las cuestiones de seguridad, la lucha contra el terrorismo, el extremismo y la delincuencia organizada, el desarrollo sostenible y otras cuestiones de interés mundial que son hoy prioritarias y preocupantes.
En Marruecos somos plenamente conscientes de que existe una responsabilidad moral, política, humanitaria y civilizada, e incluso una responsabilidad jurídica tanto de los Estados como de las instituciones internacionales y regionales para reunir las condiciones de la paz en el mundo. Para conseguir este objetivo, debemos tener una sabia voluntad política, un compromiso racional y un espíritu de justicia, lo que Su Majestad el Rey Mohammed VI ha definido en uno de sus altos discursos, el despertar de la conciencia mundial que necesita nuestro mundo contemporáneo para proteger nuestro planeta que merece la vida, así como para garantizar las condiciones de la convivencia humana lejos de guerras, conflictos, tensiones, enfrentamientos, malentendidos e incomprensiones.
Señoras y señores,
La paz no es un simple ejemplo de ideales abstractos, no es solo una palabra que se dice y se consume, es un acto estratégico que requiere una cultura tolerante, un enfoque claro, planes de acción, políticas y programas comprometidos y estudios e investigaciones científicos frente a todas las causas del conflicto y el enfrentamiento sobre los poderes, las riquezas, los derechos vitales tanto de los individuos como de los grupos o los intereses económicos, geográficos, políticos y estratégicos. De hecho, nuestro mundo contemporáneo se ha visto abrumado por las pesadas cargas de la violencia, la no resolución de los conflictos y las injusticias de las que han sido y siguen siendo víctimas varios pueblos y sus justos derechos, etc.
Así, además de una serie de conflictos profundamente arraigados, que se han vuelto obsoletos sin que el mundo civilizado moderno logre encontrar soluciones razonables y equitativas a los mismos, existen segundas y terceras oleadas de conflictos que resurgen aquí y allá e incluso nuevas guerras que siguen estallando y amenazando la paz, la estabilidad, la seguridad, los alimentos y todas las causas de una vida digna. Lo cual significa que el mundo aún tiene que seguir luchando en los frentes político, intelectual, ético y en materia de diplomacia preventiva. Asimismo, debemos en nuestra calidad de parlamentarios y actores políticos obrar más por el establecimiento de las bases de un entorno cósmico para la paz, la tolerancia, la hermandad, el amor, la amistad, la cooperación y la solidaridad. Se está ilusionando quien cree que puede encontrar la paz evitando la vida y sus causas. También se ilusiona quien espera alcanzar una paz sostenible sin un compromiso internacional sostenible sobre los fundamentos y los requisitos de la paz, incluyendo la reparación de las injusticias del pasado, la difusión del espíritu de equidad en el mundo, así como la prestación de atención temprana a los entornos complejos que producen violencia y tensión y la posibilidad de recurrir a las opciones de confrontación armada y los contextos que producen crisis.
Nos corresponde construir, a favor de las generaciones actuales y futuras, una paz estratégica que tenga su cultura, su civilización, sus sólidas bases institucionales internacionales y sus exigencias morales y materiales. Estoy convencido de que este Parlamento internacional del Consejo Mundial para la Tolerancia y la Paz es una de estas bases que establecen la civilización y el futuro de la paz.
Gracias por su atención