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Alocución del Presidente de la Cámara de Representantes con motivo de la 11ª Conferencia de los Presidentes de los Parlamentos Nacionales y Regionales de África

01/09/2022

Señor Presidente,

Estimada/os Colegas, Presidenta/es de las instituciones legislativas africanas y Jefes de Delegaciones,

Señoras y Señores,

Quisiera, en primer lugar, expresarle, señor Presidente, mi más sincero agradecimiento por haberme invitado a participar en la undécima conferencia anual de Presidentes de Parlamentos Africanos. En esta ocasión, me gustaría saludar el tema elegido, que constituye una preocupación central para los Parlamentos y los Gobiernos, y más particularmente para los pueblos de África y del mundo entero.

La Unión Africana ha tenido el acierto y la anticipación al elegir el año 2022, “año de nutrición y fortalecimiento de las capacidades del continente en materia de alimentación y de seguridad alimentaria: la consolidación de la agricultura alimentaria y los sistemas de salud y de protección social con vistas a reforzar el capital humano, social y económico". De hecho, los fenómenos climáticos que hemos vivido y seguimos viviendo durante el año 2022, en particular el tremendo aumento de los grados de temperatura, presagian algunos cambios y desequilibrios climáticos negativos y extremadamente peligrosos. Desafortunadamente, estos cambios han tenido un impacto tanto en el Norte como en el Sur, y han causado sequías, estrés hídrico e incendios forestales. Todo ello tendrá inevitablemente repercusiones negativas en las fuentes de alimentación y en el conjunto de las condiciones económicas, sociales y ecológicas.

Además de los fenómenos mencionados, la economía mundial sigue sufriendo las desastrosas repercusiones de la propagación de COVID-19. Mientras la humanidad esperaba una recuperación económica mundial, ha surgido una inesperada subida de los precios de la energía, lo que ha frenado la dinámica económica positiva registrada en 2021 en muchas economías nacionales, como consecuencia de la guerra en Europa del Este, el aumento de los costes de transporte, además de una escasez de fuentes de abastecimiento.

Sin embargo, reflexionemos, estimada/os colegas, en las condiciones de nuestro continente africano, que ha experimentado durante mucho tiempo la escasez de alimentos, la vulnerabilidad de los servicios de salud, la aguda escasez de agua y la sequía. Nuestro continente está, desgraciadamente, pagando el precio de las emisiones de gases (que conducen al aumento de los grados de temperatura en la Tierra) sin cosechar los frutos de la industrialización.

Más aún, la contribución de África a estas emisiones no supera el 4%, lo que lleva a deducir que África es víctima de este fenómeno. Una vez más, el continente africano es víctima de algunas políticas internacionales, a cuya elaboración África nunca ha contribuido. Este resultado se debe, asimismo, a la sobreexplotación de los recursos del continente, una explotación cuyos beneficios no cubren a los pueblos africanos, y no se traducen en proyectos de desarrollo que se espera que creen algunos cambios económicos y sociales que permitan lograr las legítimas ambiciones de las poblaciones del continente.

Además de los factores estructurales que obstaculizan el desarrollo en varios países africanos, la pandemia de COVID-19 ha frenado los esfuerzos encaminados a la lucha contra la pobreza, ya que tras el aumento positivo de los indicios de desarrollo de este fenómeno entre 2015 y 2019, la pobreza ha vuelto a ganar terreno. Según la ONU, la tasa de hambre y malnutrición ha vuelto a aumentar de forma notable en África, en comparación con la población, más que en cualquier otra región del mundo. 

De hecho, estos índices pueden agravarse, lo que puede conducir a un empeoramiento de los índices de desempleo y a un aumento del sentimiento de abatimiento y de desesperación en una gran categoría de nuestros pueblos, lo que repercutirá en el índice de confianza en el futuro, especialmente en la confianza en este orden mundial que no hace justicia al Continente africano en primer lugar. En efecto, el período de COVID-19 ha puesto a prueba "la solidaridad internacional" con África, así como han prosperado los sentimientos de egoísmo; por lo tanto, los países del Continente han tenido que afrontar solos la pandemia y sus repercusiones, con sus modestos medios y una estructura sanitaria frágil. Sin embargo, a pesar de todos estos factores negativos, nuestro Continente ha salido del campo de batalla con mínimas pérdidas humanas.

En el contexto de la sucesión de las crisis, el aumento de las necesidades y la competencia feroz por las riquezas, debemos darnos cuenta, como parlamentarios africanos y élites africanas, que nos encontramos en la encrucijada de algunas mutaciones decisivas, grandes y constitutivas de unas nuevas relaciones internacionales basadas en la lógica del beneficio. Por lo tanto, debemos tener en cuenta -de manera correcta- nuestros medios y recursos, así como obrar -codo a codo- con el mismo espíritu colectivo africano que ha marcado el período de lucha por la independencia nacional de todos los países africanos. El objetivo es construir una nueva África que se levante de las ruinas causadas por las escisiones políticas, las crisis y la escasez. Como instituciones y actores, necesitamos -en primer lugar- trabajar sobre proyectos y políticas que permitan a África aprovechar sus recursos.

 

Como dijo Su Majestad el Rey Mohammed VI, que Dios le glorifique, en Addis Abeba, en su histórico discurso ante la 28ª Cumbre de los líderes africanos el 31 de enero de 2017, "ha llegado el momento de que África aproveche sus riquezas. Después de décadas de saqueo de los recursos de las tierras africanas, ahora es necesario crear un nuevo período de prosperidad", fin de la cita. 

Esta invitación real, cinco años después de haber sido lanzada, sigue teniendo la misma trascendencia en el contexto internacional actual. Esto puede basarse en muchas consideraciones, entre ellas:

1- África dispone de un enorme potencial que debe convertirse en riquezas. El continente posee el 60% de las tierras cultivables del mundo. Sin duda, la explotación óptima, moderna y sostenible de estas tierras proporcionará alimentos a los habitantes del Continente y a una gran parte de la población mundial. En este sentido, no hace falta recordar la importancia de la alimentación en los retos internacionales actuales y futuros.

2- Nuestro continente abunda en recursos pesqueros, con unos 13 millones de kilómetros cuadrados de fondo marino africano y unos 6,5 millones de kilómetros cuadrados de plataforma continental africana que rebosan de unos enormes recursos. Por otra parte, los 26.000 km de costa africana pueden constituir una zona de enormes actividades e importantes intercambios financieros y comerciales internacionales.

Ciertamente, no hay que divergir a la hora de considerar estas posibilidades marineras en lo que respecta a la producción de riqueza, el suministro de alimentos y la creación de oportunidades de empleo. A esto hay que añadir el proceso de desarrollo, especialmente si tenemos en cuenta que los mares contribuyen, en un 50%, al suministro mundial de alimentos, además de ser un medio de comunicación y de comercio mundial.

3- Además, nuestro continente dispone de jóvenes recursos humanos que, si reciben la formación adecuada, pueden contribuir a convertir estos potenciales en atractivos recursos de riqueza. Esto, a su vez, se convertirá en fuente de estabilidad y esperanza frente a la frustración y el deseo de emigrar al extranjero que se nutren de la desesperación y el desempleo.

4- Así, nuestros países podrán desarrollar una agricultura sostenible, gracias a los enormes recursos hídricos disponibles en muchos de nuestros países, siempre que dichos recursos sean movilizados racionalmente y utilizados de forma óptima. Una vez más, evocaré con ustedes el desafío internacional del agua que habrá que afrontarse durante el siglo XXI.

Señor Presidente,

Estimada/os colegas,

Al volver a los desequilibrios climáticos y el aumento de los precios de las fuentes de energía, también debemos darnos cuenta de la importancia de las fuentes de energía limpia de las que nuestro continente rebosa, y que, obviamente, requieren tecnología y financiación. En este contexto, la solidaridad mundial y la cooperación internacional se ponen en juego, especialmente en África.

En cuanto a los servicios de salud en África, permítanme recordar que la pandemia de COVID-19 ha dado lugar a algunas tendencias egoístas por parte de algunos países ricos y tecnológicamente avanzados. En este sentido, hemos experimentado y pasado por el monopolio de las vacunas, de las tecnologías y de los medios de protección, así como de los equipos médicos.

Si se trata de una respuesta y de las lecciones que se pueden extraer de este contexto, es una necesidad para el establecimiento de un sistema africano cooperativo y de producción farmacéutica, que favorezca la cooperación Sur-Sur, y atraiga de nuevo las habilidades y los cerebros africanos, para orientar la investigación científica y estimular la investigación y la dinámica científica y su establecimiento en los países del continente.

Como parlamentarios, tenemos que abogar, a nivel internacional, por este propósito; debemos asegurar los medicamentos para todos, y levantar todas las barreras que se interponen en el camino de la creación de una industria farmacéutica africana independiente, especialmente las patentes que se utilizan como medio para la perpetuación y justificación de los monopolios.

Como parlamentarios, debemos también abogar por la transferencia de tecnología a África, facilitar el retorno de los cerebros africanos a sus patrias y obligar a las multinacionales que se benefician de los enormes recursos del continente y los donantes a que contribuyan a estos proyectos de alta rentabilidad económica y social en el marco de la inversión y la asociación, y no desde la perspectiva de la asistencia y la ayuda.

Sin lugar a dudas, las instituciones y agencias africanas creadas para tal fin podrán constituir un marco para coordinar los resultados de este alegato africano y las políticas continentales relacionadas.

 

Estimada/os colegas,

Estos objetivos se inscriben en el marco central de la consolidación y el desarrollo del capital humano y económico del continente. Además, estos objetivos están en el corazón de los derechos humanos y constituyen el núcleo de los valores democráticos, ya que los parlamentos son una de las instituciones encargadas de proteger y encarnar estos valores.

Para alcanzar estos objetivos, debemos tener una voluntad política, desplegar esfuerzos coordinados a escala internacional y establecer legislaciones nacionales facilitadoras y unas políticas públicas propicias cuya supervisión, evaluación, aplicación y calidad deben estar garantizadas por el Parlamento.

El Reino de Marruecos, bajo el liderazgo de Su Majestad el Rey Mohammed VI, ha demostrado su plena implicación en este horizonte continental. Para ello, el Reino se ha implicado sin cesar en la defensa de la cooperación Sur-Sur y ha mostrado su preferencia por este tipo de asociación. En la realidad, esto se ha plasmado en las enormes inversiones del Reino en varios países sobre la base de la lógica de ganar-ganar. Así, el 60% de las inversiones marroquíes en el extranjero se dirigen a África.

Las casas de cultivo africanas, así como la Iniciativa AAA, impulsada por Su Majestad el Rey Mohammed VI, junto con varios de sus hermanos africanos, durante la cumbre COP 22 celebrada en Marrakech en 2016, representan algunos ejemplos de cooperación que generan riqueza y previenen la pobreza. El objetivo es reducir la fragilidad africana y su agricultura frente a los desequilibrios climáticos, y la promoción de algunos proyectos agrícolas en varios países africanos.

La Oficina Jerifiana de Fosfatos (OCP) puede considerarse hoy en día como un líder africano en el ámbito de la fertilización, el desarrollo y la intensificación de la agricultura africana. Actualmente, está apoyando el desarrollo de la agricultura en varios países africanos.

Si nuestro continente se encuentra en el centro de muchos desafíos internacionales y es objeto de una competencia entre las grandes potencias, es porque abunda en enormes potenciales. En consecuencia, nosotros, como africanos, debemos preguntarnos ¿cuáles son los obstáculos que se interponen en nuestro camino y que nos impiden poner en marcha algunas estrategias de cooperación africana que deben guiarse por la lógica de la cooperación Sur-Sur? Cualquiera que sea la respuesta a esta pregunta, el contexto actual nos impone revisar algunas evidencias. Nos obliga a ser humildes, a deshacernos de los restos de la Guerra Fría y de sus secuelas y a hacer de los intereses del continente y de los pueblos africanos una prioridad absoluta de nuestra acción continental.

El Reino de Marruecos, que dispone de una experiencia avanzada en varios sectores como la agricultura, la pesca marítima, la movilización de los recursos hídricos, las energías renovables, la generalización de la asistencia sanitaria, la lucha contra las epidemias y la seguridad alimentaria, está permanentemente dispuesto a continuar y ampliar su asociación con sus hermanos de África. Lo hace sobre la base de la doctrina del beneficio mutuo y del respeto a las opciones de los hermanos, de sus instituciones, de su soberanía y su integridad territorial. También lo hace sobre la base de la modestia y el beneficio intercambiable.

Señor Presidente,

Estimada/os colegas,

Soy uno de los africanos que están plenamente convencidos de que África es el continente del futuro y de la juventud. En consecuencia, y para asegurar la ascensión africana, debemos aprender de la historia y de las prácticas de los demás en cuanto a la unidad y las relaciones entre las naciones, así como beneficiarnos de la explotación ejemplar y común de nuestros recursos en beneficio de nuestros pueblos y de la prosperidad de nuestros países.

Gracias por su atención