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Declaración de Marrakech

Nosotros, parlamentarios del mundo entero, reunidos con representantes de religiones y creencias, organizaciones religiosas, organizaciones de la sociedad civil y expertos internacionales en la primera Conferencia Parlamentaria de su género sobre el Diálogo Interconfesional organizada en Marrakech (Reino de Marruecos) del 13 al 15 de junio de 2023, por la Unión Interparlamentaria y el Parlamento del Reino de Marruecos, en cooperación con Religions for Peace, con el apoyo de la Alianza de Civilizaciones de la Organización de las Naciones Unidas y la Rabita Mohammedia de Ulemas.

Subrayamos que el diálogo interconfesional, basado en el fortalecimiento de las libertades y los derechos fundamentales, es un medio esencial para promover la inclusión y convivencia y consolidar el Estado de Derechos apoyando los esfuerzos conjuntos tendientes al desarrollo de la sociedad.

Si las diferentes religiones y creencias pueden permitirnos tener una visión sobre el mundo y la situación de nuestros conciudadanos, debemos, en tanto que legisladores ante los Estados y pueblos, reunir las condiciones materiales que faciliten una convivencia sana y feliz para todos. Asimismo, nos corresponde asegurar que el Estado respete la Ley y todos los derechos humanos y las libertades fundamentales, tales como la libertad de pensamiento, la libertad de opinión, la libertad de religión y creencia, la libertad de expresión y reunión. Del mismo modo, debemos asegurarnos de que todos disfruten de estos derechos y libertades sin discriminación alguna.

Mientras que el mundo acaba de salir de tres años de sufrimiento debido a las consecuencias de la pandemia de COVID-19, debemos hacer frente a una intensificación de los conflictos armados, las tensiones geopolíticas y la degradación del medioambiente, siendo factores que acentúan la desigualdad, la inestabilidad económica y las crisis humanitarias existentes.  Constatamos que el espacio civil se reduce, la polarización ideológica aumenta, la violencia política se intensifica en varios contextos, la información falsa y los discursos de odio se propagan cada vez más, dramatizados a veces por las redes sociales. En diversas zonas del mundo, los ciudadanos experimentan una sensación de inseguridad y de desconfianza en las instituciones.

La intolerancia hacia los grupos minoritarios o marginados, incluidas las comunidades religiosas y de creencias, solo se exacerba. Las mujeres son las primeras en sufrir las consecuencias de estas tendencias, sabiendo que se enfrentan de por sí a dificultades para beneficiarse de todos sus derechos civiles en las mismas condiciones que los hombres y sufren diversas formas de discriminación y violencia basadas en el género, a veces bajo el nombre de la religión o las creencias. A los jóvenes, que representan un grupo demográfico en crecimiento, les resulta extremadamente difícil hacer oír su voz al mudo.

No se debe asociar ninguna religión o creencia a la discriminación o marginación de otra comunidad, ni aceptar la violencia contra otra comunidad. En este contexto, reiteramos que el terrorismo y el extremismo violento, como principales amenazas para la paz y la seguridad, no deben ser asociados a ninguna religión, creencia o comunidad etno-religiosa especifica.

En este contexto, se destaca la relevancia de la moderación en la resolución de conflictos vinculados a la religión o creencias, así como la importancia de los mecanismos o instituciones dedicados a la resolución de conflictos y diferendos.

Ante esta situación, expresamos nuestra preocupación por el declive general de la democracia y la solidaridad humana, así como por el debilitamiento de los principios morales en la política y la sociedad en general, que pueden observarse en países y comunidades de todo el mundo.

La resolución de estos problemas requiere una acción concertada y decisiva por parte de todos: los parlamentarios con sus poderes legislativos, así como todos los actores de la sociedad, incluidas las instituciones oficiales, las comunidades religiosas y de creencias, las organizaciones regionales y de la sociedad civil, y el entorno académico. Los momentos de crisis e incertidumbre requieren, especialmente, un liderazgo firme para establecer una perspectiva conjunta del futuro.

Creemos firmemente en la necesidad de establecer un contrato social que refuerce la dignidad común, así como la fraternidad y la igualdad entre todas las personas. Como parlamentarios, compartimos el compromiso de construir sociedades resilientes en las que todos puedan encontrar su lugar. En consecuencia, fomentamos la cultura del diálogo en los Parlamentos como una herramienta esencial para la paz y la inclusión. Nos comprometemos a adoptar un comportamiento respetuoso con todas las personas y a evitar la retórica divisoria en torno a la religión y las creencias con fines políticos.

Reconocemos que los líderes de las comunidades religiosas o de creencias, en especial los jefes tradicionales, son figuras públicas influyentes que gozan de un esplendor importante. Las redes religiosas o de creencias se extienden mucho más allá de los grupos de interés y las fronteras nacionales. A menudo están en primera línea en situaciones de emergencia y proporcionan un importante refugio para las personas necesitadas. A este respecto, consideramos que numerosas iniciativas de las comunidades religiosas y de creencias para promover la convivencia pacífica y la igualdad de derechos entre todos los pueblos son un ejemplo para seguir.

Podemos en tanto que parlamentarios beneficiarnos en nuestra labor de una mayor concienciación sobre la influencia y la importancia de las religiones y las creencias y su contribución al bienestar de la humanidad. Debemos hacer de estas redes aliadas en nuestra causa común por la justicia social y la convivencia.

Hoy sumamos nuestra voz de parlamentarios de todo el mundo a este llamamiento a una convivencia basada en la igualdad y la dignidad para todos. Afirmamos nuestra voluntad de trabajar por la convivencia, la inclusión y la creación de unas instituciones fuertes dentro del pleno respeto al Estado de Derecho.

     Por lo tanto, llamamos a todos los parlamentos a comprometerse con las siguientes acciones:

 

-     Garantizar que todas las religiones, creencias y organizaciones religiosas reciban un trato igualitario y alejado de cualquier discriminación ante la ley.

-     Implicar a los representantes de las religiones y creencias y a las organizaciones regionales junto con los representantes de la sociedad civil en los esfuerzos desplegados para garantizar la aplicación de las leyes nacionales, los compromisos internacionales y la promoción de la cohesión social, teniendo en cuenta la diversidad.

-     Establecer diálogo con los líderes y las comunidades religiosas o de creencias para ayudar a construir la solidaridad y hacer frente eficazmente a los grandes retos de nuestro tiempo, como la pobreza y la desigualdad, el cambio climático, los conflictos y la guerra, la adicción, los tipos de consumo excesivo y las tecnologías digitales, incluidos los usos negativos de la inteligencia artificial.

-     Crear grupos de trabajo o comisiones parlamentarias en los parlamentos nacionales sobre el diálogo interreligioso e intercultural para la convivencia y la inclusión social, y facilitar la cooperación entre estos grupos o comisiones.

-     Promover una mayor cooperación entre los representantes de las religiones y creencias y las autoridades nacionales en la lucha contra los delitos como la trata de seres humanos, la servidumbre doméstica, la violencia doméstica y el trabajo forzado, y la protección de las víctimas de estos delitos.

-     Adoptar códigos de conducta parlamentarios a escala mundial para garantizar el respeto a las religiones y creencias y prevenir los discursos de odio.

-     Promover, desde una edad temprana, los principios de inclusión y diversidad, en particular el respeto al prójimo y a todas las religiones y creencias, como fundamento de sociedades pacíficas e inclusivas.

-     Abogar por la educación y la concienciación de los individuos sobre la promoción del respeto y el entendimiento entre las personas y las comunidades, independientemente de su religión o creencias, dentro del respeto a la dignidad de todos.

-     Hacer frente a la incitación al odio o el desprecio contra las personas debido a su religión o creencias, y luchar enérgicamente contra el trato discriminatorio, incluso mediante iniciativas legislativas.

-     Animar a la UIP a identificar las buenas prácticas parlamentarias a favor de la diversidad, la tolerancia y el diálogo, garantizando el respeto a los derechos de ciudadanía y el Estado de Derecho, y a proporcionar consejos a los Parlamentos.

-     Animar a los líderes de las comunidades religiosas y de creencias a promover la inclusión, los derechos fundamentales y la igualdad de género dentro de sus comunidades, de conformidad con la legislación nacional y los compromisos internacionales.

-     Reforzar la interacción con la ONU, otros organismos internacionales y la sociedad civil, y explorar las oportunidades de adoptar las estrategias y resoluciones de la ONU para el diálogo interreligioso e intercultural con el fin de subsanar las deficiencias relativas a la aplicación a escala nacional.

-     Garantizar que los días festivos nacionales y otros eventos oficiales destinados a conmemorar acontecimientos de relevancia para una religión o creencia reflejen la diversidad religiosa y de creencias de cada país.

-    Crear un mecanismo institucional dentro de la UIP que se base en los resultados de esta Conferencia, con el fin de examinar las buenas prácticas, seguir los progresos y formular propuestas en este ámbito. Este mecanismo tendrá por misión seguir la integración de las visiones de los parlamentarios, los representantes de las religiones y creencias y la sociedad civil en lo que se refiere al diálogo interconfesional.

-     Invitar a la UIP a que también integre los resultados de esta Conferencia en su programa de trabajo regular y a presentar este documento a la 147a Asamblea General de la UIP prevista en octubre de 2023.

 

Nos complace recibir la invitación del Parlamento italiano a la Unión Interparlamentaria para organizar una reunión interconfesional mundial en Roma en 2025.

Por último, damos las gracias al Parlamento del Reino de Marruecos por acoger este encuentro único y expresamos nuestra gratitud a Su Majestad el Rey Mohammed VI, Rey de Marruecos, por rodear esta Conferencia con su alto patrocinio. De igual manera, animamos a todos los participantes a que se hagan cargo de que sus respectivas comunidades se impregnen del espíritu de solidaridad y diálogo que ha prevalecido durante estos tres días en Marrakech.