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Alocución de la Vicepresidente de la Cámara de Representantes con motivo de la apertura de los trabajos del Foro Parlamentario del Diálogo entre los Senados y Consejos Equivalente de África, el Mundo Árabe, América Latina y el Caribe

Loor a Dios, la oración y el saludo sean sobre el más noble de sus Enviados;

Señor Naam Miyara, Presidente de la Cámara de Consejeros;

Señores Presidentes de los Consejos Legislativos;

Colegas parlamentaria/os,

Señoras y Señores,

En nombre del Presidente de la Cámara de Representantes, Rachid Talbi El Alami, cuyos compromisos previamente programados le han impedido asistir hoy entre ustedes, tengo el honor de participar en la apertura del Foro Parlamentario del Diálogo entre los Senados de tres regiones geopolíticas, a saber, África, el mundo árabe, América Latina y el Caribe. Se trata de regiones con las que el Reino de Marruecos, comparte lazos de pertenencia, cultura, intereses e historia de lucha contra el colonialismo.

Si nuestra pertenecía africana y árabe está arraigada en la historia, y si la geografía nos convierte en el punto de encuentro de las civilizaciones árabe, islámica y africana, nosotros, junto con América Latina, compartimos un patrimonio cultural y de civilización que ha contribuido en gran medida al progreso de la humanidad, es decir, el legado ibero andaluz, que nos sitúa en el corazón de estos espacios geopolíticos respecto a la historia, la geografía y la civilización.

Basándose en sólidos y firmes factores y valores comunes, los pueblos de África, América Latina, el Caribe y el mundo árabe están librando una batalla de desarrollo, pero se enfrentan esencialmente a importantes retos comunes, que no son necesariamente un destino inevitable,  sino el resultado de una injusticia histórica, una distribución internacional injusta del trabajo y relaciones internacionales desequilibradas.

Los actuales contextos geopolíticos internacionales empeoran estos retos, y nuestros pueblos pagan el precio, sabiendo que no tienen la culpa en lo que está sucediendo. Después de decenios de sufrimiento a consecuencia de los conflictos internos y transfronterizos, de las consecuencias de las pandemias, de la debilidad del desarrollo, de la migración, del asilo y de las repercusiones del cambio climático, muchos de nuestros países están pagando el precio de estos conflictos que no necesariamente tienen lugar en su territorio, el costo del monopolio de los mercados por parte de una minoría internacional y el control de las tecnologías.

Estimados colegas,

Ayer, el orden mundial y la conciencia mundial fueron cuestionados en torno a la situación en muchas regiones de nuestros tres grupos geopolíticos, donde la pobreza extrema, el desempleo y el hambre afectan a una amplia categoría de ciudadanos de estas regiones. En el pasado próximo, este orden y esta conciencia han sido cuestionados sobre el significado y el valor de la solidaridad internacional en el contexto de la pandemia de COVID-19, puesto que nuestros pueblos y países se encontraron solos en la lucha contra esta pandemia con capacidades simples e infraestructuras sanitarias modestas. El mundo ha sido puesto a prueba con respecto a la producción, distribución y usos de las vacunas y los medicamentos anti-COVID. Hemos descubierto tendencias nacionales egoístas y estrechas, que han debilitado la confianza de los ciudadanos de los países del Sur en el valor y el concepto de la solidaridad internacional en tiempos de crisis y adversidades.

Señoras y Señores,

Estimados colegas,

Si la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, la lucha contra el colonialismo y los movimientos de liberación nacional han facilitado la eliminación de la hegemonía extranjera y la creación del Movimiento de Países no Alineados, lo que se deseaba es el establecimiento de una alianza geopolítica entre nuestros tres grupos geográficos; una alianza basada en la lógica de la eficiencia y el interés de nuestros pueblos, una alianza desprovisto de los viejos eslóganes y se dirige al futuro con vistas a conseguir nobles objetivos: lograr el desarrollo, el progreso y la prosperidad conjunta, garantizar el empleo para nuestros jóvenes, permitir a nuestros países beneficiarse de los servicios sociales relativos a la salud y la enseñanza y dotar a nuestros países de infraestructuras estratégicas sobre la base del respeto a la soberanía de los Estados y la integridad territorial.

Estamos llamados a transformar nuestro potencial en riquezas, a compartir las oportunidades facilitadas por nuestros jóvenes recursos humanos, a invertir los materiales prioritarios de los que disponen nuestros países para el desarrollo y el logro de las transiciones necesarias en los sectores de producción y servicios, así como para el empoderamiento de nuestros países.

Estimados colegas, contamos con un mercado con más de 2.000 millones de consumidores y grandes superficies de tierras cultivables, o sea que solo África posee el 60% de las tierras cultivables del mundo. Tenemos los recursos energéticos y minerales necesarios para impulsar la economía mundial, y nuestros países están rodeados de tres océanos y tres mares, que sin duda algún, son puertas abiertas para el desarrollo del comercio mundial. Estos son factores facilitadores de una próspera región de comercio e intercambio Sur-Sur abierta a un mundo de energía, comercio y tecnología.

Una alianza basada en la nobleza, por la humanidad, la paz, la democracia y el reparto de las riquezas, solo puede estar en contradicción con la política de las alianzas tradicionales, que no producen y solo reproducen discursos obsoletos que privan a nuestros pueblos de sacar provecho de las oportunidades de prosperidad y agrupación para el desarrollo y la estabilidad.

Estimados colegas,

Nuestros pueblos están cansados de los conflictos y las crisis, y de contentarse de ser espectadores mientras sus países son objeto de apuestas y competencias internacionales. Ya no aceptan los modelos tradicionales de asistencia y apoyo. La creciente conciencia entre nuestros pueblos de sus intereses y de la importancia de la participación en la gestión de lo público y en el Estado de las instituciones, el derecho y la democracia nos motiva a poner en marcha políticas de asociación que tengan en cuenta los intereses actuales y futuros de la humanidad: la apuesta de proporcionar alimentos en la que nuestros países tienen un enorme potencial, que puede garantizar la seguridad alimentaria para toda la población de la Tierra, la apuesta de los recursos humanos, ya que tenemos energías jóvenes, la apuesta de las energías futuras, en la que tenemos un enorme potencial, y la apuesta de una economía verde facilitada por la diversidad geográfica de nuestros tres grupos geopolíticos.

Si bien es cierto que necesitamos tecnologías, conocimientos e infraestructura, los modelos exitosos de nuestros países a este respecto, confirman que este objetivo no es imposible de conseguir. Por otra parte, debemos tener la voluntad política, la determinación de las élites y la movilización de los pueblos; y aquí radica la necesidad del papel crucial de los Parlamentos en la movilización y el impulso político de los proyectos en este horizonte, siendo su foro, es lugar a dudas, un paso importante en este sentido. Por ello, debemos darnos cuenta de que incluso en términos de números, nuestros países constituyen la mitad de los miembros de las Naciones Unidas. La combinación de todas estas capacidades puede convertir a nuestros países en una fuerza geopolítica equilibrada que tiene influencia en las relaciones internacionales, el orden mundial, la toma de decisiones internacionales y la orientación de los acontecimientos.

Estimados colegas,

A estas alturas, y con el fin de conseguir estas finalidades, la política marroquí-africana, auspiciada por la alta solicitud de Su Majestad el Rey Mohammed VI, avanza firme y resueltamente. Es una política basada en el beneficio mutuo, la asociación y la institucionalización, que sitúa al ser humano africano en el centro de su preocupación. Por esta misma razón, el Reino de Marruecos ha situado la defensa de la justicia climática para África y para un enfoque humanitario positivo y realista de la migración transfronteriza en el centro de su política exterior. Sobre la base de esta convicción, el Reino de Marruecos ha establecido sólidas relaciones basadas en la claridad y la solidaridad con los países de América Latina y el Caribe. Es sobre la misma base que su pertenencia está profundamente arraigada en su entorno árabe, y que establece relaciones estratégicas avanzadas con la mayoría de sus hermanos del mundo árabe, velando por la estabilidad, el rechazo a la injerencia extranjera y estar al lado del pueblo palestino para que logre sus derechos legítimos a la independencia y al establecimiento de un Estado independiente con Al-Quds como su capital.

Nuestro país sigue este camino sobre la base de sus propias decisiones y opciones soberanas independientes y en reconocimiento de sus responsabilidades, como un Estado antiguo bien arraigado en la historia.

Gracias por su atención.