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Alocución del Presidente de la Cámara de Representantes, Rachid Talbi El Alami, en la apertura del Congreso Futuro

En nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso y la oración y el saludo sean sobre nuestro señor Enviado de Dios, Su familia y Sus compañeros

 

Señor Mohamed Ould Errachid, Presidente de la Cámara de Consejeros,

Señora Karol Cariola, Presidenta de la Cámara de Diputadas y Diputados de la República de Chile, 

Señor Walker Matías, Vicepresidente del Senado de la República de Chile, 

Señor Gustavo Pacheco Villar, Presidente del Parlamento Andino, 

Señor Alberto van Klaveren, Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Chile, 

Señor Guido Girardi, Fundador del Congreso Futuro y Vicepresidente de la Fundación Encuentros del Futuro de la República de Chile, 

Señor Francisco Chahuán, miembro de la Comisión "Desafíos del Futuro" de la República de Chile, 

Señoras y señores ministros, profesores y expertos, 

Estimados estudiantes e investigadores, 

 

Nos encontramos hoy, una vez más, por una causa noble y un objetivo común. Se trata de reflexionar sobre el futuro, replantear las preguntas relativas a las responsabilidades compartidas en la construcción de este porvenir y preguntarnos qué legado dejaremos a los niños de hoy y a las generaciones futuras en esta Tierra.

Se trata de una conferencia sin segundas intenciones ni agenda predeterminada, cuyo único propósito es la preocupación por mejorar la calidad de vida de la gente y fomentar la convivencia, entendida como paz, seguridad, estabilidad, prosperidad compartida, distribución equitativa de los beneficios de la ciencia y el conocimiento y de los frutos del desarrollo y el progreso, además del respeto a la naturaleza y sus recursos. Todo ello se basa en el respeto mutuo entre los seres humanos y entre los Estados, dentro de sus fronteras soberanas, tal como lo consagra el derecho internacional con arreglo a los criterios acordados para definir al Estado.

Creo que estas son las preocupaciones e intereses del Congreso Futuro y de la Fundación del Futuro, los cuales elogio por haber elegido al Reino de Marruecos como el primer país africano que tiene el honor de acoger a destacados líderes políticos de Chile y de otros países amigos, así como a académicos comprometidos con la vida y el futuro.

Señoras y señores,

Los temas acordados en el programa de esta edición son, precisamente, los grandes desafíos que enfrenta la humanidad en el presente y en el futuro. Son retos de tal gravedad, complejidad y agravamiento que decenas de conferencias no bastarían para ofrecer respuestas definitivas a ellos. Por ello, considero que la decisión del Congreso Futuro de proponer estos temas como ejes de reflexión y debate refleja la prudencia y sabiduría de quienes miran hacia el futuro a la luz del conocimiento y la ciencia, teniendo en cuenta que la decisión política que condiciona este futuro debe estar siempre guiada por los aportes de los pensadores y científicos, así como por las inquietudes de la juventud.

Con un vistazo rápido a los retos que enfrenta la humanidad y los dilemas que de ellos se derivan, queda claro que se trata en todos los casos de un carácter urgente.

El desafío de restaurar la seguridad y la paz, que muchos pueblos del mundo han perdido y que están agotadas por las guerras y los conflictos armados, requiere el respeto al derecho internacional, la no injerencia en los asuntos internos de los Estados y la adopción de la democracia como sistema de gobierno, en lugar de métodos basados en un único partido y secta o grupo étnico o tribal. En un sistema internacional marcado por una fragmentación múltiple y el resurgimiento de alianzas y bloques en las relaciones internacionales, es imprescindible adoptar la estrategia de prevención de crisis, en lugar de esperar a que estas estallen para gestionarlas. Lamentablemente, vivimos cerca de una región que sigue siendo un foco de conflictos y guerras, tanto internas como transfronterizas.

Estas condiciones de inestabilidad se combinan con los graves impactos del cambio climático, generando tragedias humanas y el sufrimiento de millones de personas obligadas a migrar, buscar asilo o refugio, huyendo de guerras, hambre, sequías y la falta de medios de subsistencia.  Aquí surge la cuestión de la responsabilidad compartida sobre el futuro del planeta, la sostenibilidad y, también, la equidad y la justicia climática, precisamente para los pueblos de África y América Latina, que sufren las consecuencias de los desequilibrios climáticos más que otras regiones, a pesar de que sus contribuciones a las emisiones de gases de efecto invernadero son mínimas, representando apenas el 4% en el caso de África y el 8% en el de América Latina.

En relación con lo anterior, la humanidad se esfuerza por revertir los indicadores de los desequilibrios climáticos y el deterioro del medioambiente, especialmente a través de la producción de energía a partir de fuentes renovables. Nuevamente surge la pregunta de la igualdad de oportunidades y la solidaridad global en lo que respecta al acceso a las tecnologías e innovaciones utilizadas en los proyectos de economía verde. Su elevado costo y el estricto rigor en el uso de las patentes agravan aún más las repercusiones de los desequilibrios climáticos en los países del Sur, particularmente en África y América Latina.

En el centro de esta problemática, más de la mitad de la población mundial se enfrenta al dilema de una grave escasez de recursos hídricos.

En relación con los desafíos climáticos, las crisis alimentarias se agravan, planteando la garantía de la seguridad alimentaria como un desafío geoestratégico. Además, los alimentos y el suministro se utilizan como armas en las relaciones internacionales y como herramientas de presión en los equilibrios geopolíticos.  Dentro de esta problemática, los países del Sur, especialmente en África, siguen siendo víctimas de una división injusta del trabajo a nivel internacional.

Estos desafíos se alían con el creciente riesgo de la aparición de crisis sanitarias, ya sea en forma de guerras biológicas o de pandemias y epidemias de rápida propagación en un mundo interconectado, globalizado e interdependiente, como lo vivimos hace pocos años con la pandemia de "COVID-19".

En este sentido, todos recordamos cómo florecieron los egoísmos nacionales, cómo se monopolizaron las vacunas, los medicamentos y los medios de prevención, y cómo el concepto de solidaridad internacional fue puesto a prueba en el apogeo de la crisis.

Señoras y señores,

Una de las características del siglo XXI son los avances tecnológicos extraordinarios y las innovaciones aceleradas derivadas de la inteligencia artificial. Si bien esta proporciona servicios inmensos con una rapidez excepcional, también amenaza con sobrepasar la mente humana y poner al ser humano ante desafíos que tal vez no pueda afrontar en el futuro.

Aquí se plantean varias preguntas, entre ellas: la cuestión de los usos y la ética, la problemática de la conquista de la mente humana, la brecha entre el Norte y el Sur en términos de acceso a tecnologías, conocimiento y datos, así como el derecho del ser humano a la privacidad y a la protección de sus datos personales. Todo esto hace urgente alcanzar un consenso sobre una gobernanza internacional respecto al uso de la inteligencia artificial y de las tecnologías avanzadas en general.

En la medida en que las tecnologías avanzadas contribuyen a facilitar la vida, las actividades y los servicios, también generan fenómenos negativos en la vida de las sociedades y las familias, especialmente a través de la difamación, la desinformación y las invasiones a la vida privada. Además, estas tecnologías se han convertido en un factor, entre otros, que contribuye al debilitamiento de los lazos familiares y sociales, contribuyendo a la aceleración del aislamiento del individuo y fomentando interacciones superficiales y apresuradas en las relaciones sociales y laborales. Asimismo, agravan el fenómeno del declive de la lectura y el abandono del consumo de contenidos con profundidad intelectual.

La brecha digital se profundiza tanto dentro de una misma sociedad como a nivel internacional, mientras las grandes empresas aumentan su control sobre el destino de las sociedades, sus economías, la economía del conocimiento y los patrones de consumo.

Frente a estos desafíos, que no son destinos inevitables, no debemos sucumbir a la frustración. Al contrario, es imprescindible unir los esfuerzos de quienes creen en la convivencia, el futuro compartido, la democracia y la diversidad, imbuidos de los valores de solidaridad y paz, con el objetivo de: 

Primero: Hacer frente a los discursos aislacionistas, regresivos y extremistas que aprovechan las crisis para socavar los valores humanos universales. 

Segundo: Obrar por la justicia internacional en los ámbitos del clima, el desarrollo, el acceso a los alimentos, la tecnología y el conocimiento. 

En este sentido, debemos continuar abogando por la justicia climática para África, América Latina y, en general, para los países del Sur que se ven más afectados, mediante la puesta en marcha de los mecanismos de financiación que permitan a nuestros países superar las consecuencias de los desequilibrios climáticos y facilitar la transferencia de tecnología verde del Norte al Sur.

No es necesario recordar las enormes potencialidades de nuestros países en materia de energía verde. En relación con ello, debemos valorar las potencialidades de los países del Sur en la producción de alimentos, puesto que más de dos tercios (2/3) de las tierras cultivables del mundo se encuentran en África y América Latina. Estas regiones cuentan con recursos humanos jóvenes y habilidades capaces de trabajar, y dónde están los mayores mercados del futuro.

Además, ambos continentes cuentan con océanos y mares que son los más extensos e importantes del mundo, ofreciendo vastas posibilidades para la producción de alimentos, el desarrollo de actividades comerciales y de servicios, así como para la comunicación internacional.

Señoras y señores,

En un mundo lleno de transformaciones y retos, es fundamental obrar por la paz, la seguridad y la estabilidad, ya que son condiciones indispensables para el desarrollo, el progreso y la inversión, así como para ofrecer oportunidades de empleo a los jóvenes y abrirles nuevos horizontes. En este contexto, debemos siempre tener presente que el pilar fundamental del sistema internacional, del derecho y de las relaciones internacionales es el respeto a la soberanía de los Estados, la integridad de sus territorios nacionales y la prevención de las crisis.

Teniendo en cuenta la centralidad del ser humano en la construcción del futuro, es esencial invertir en la educación, la formación, la enseñanza y la revalorización de la escuela y los espacios públicos, así como de la lectura, los libros y el conocimiento, con el propósito de proteger a los jóvenes frente a los usos negativos de la tecnología y promover su empleo para el desarrollo de un conocimiento positivo.

Los países del Norte y, en general, los países ricos, deben darse cuenta de que el futuro de sus pueblos está intrínsecamente ligado al futuro de los pueblos del Sur, que la globalización no puede reducirse al consumo y el comercio en una sola dirección, sino más bien apertura, aceptación del otro, solidaridad e intercambio de conocimientos, habilidades, tecnologías e inversiones según una lógica de beneficio mutuo (ganar-ganar), y que la migración no puede seguir siendo selectiva, facilitando únicamente la fuga de cerebros del Sur hacia el Norte.

En todo ello, los parlamentos desempeñan papeles cruciales gracias a su posición legal e institucional, especialmente a través de la colaboración con académicos, instituciones y comunidades de investigación. 

Sepan, señoras y señores, que Marruecos, bajo el liderazgo de Su Majestad el Rey Mohammed VI, que Dios Le Asista, tiene mucho que ofrecer frente a los retos y problemáticas del siglo XXI. Esto queda demostrado por sus proyectos en el ámbito de la economía verde, por sus papeles en la promoción de la paz regional y mundial, y por sus iniciativas de solidaridad con sus hermanos en África, continente al que nos enorgullece pertenecer.

Para concluir, quisiera renovarles mi agradecimiento y gratitud por haber elegido a Marruecos como sede para esta edición de sus conferencias, una decisión que valoramos profundamente y consideramos como un símbolo de amistad, lealtad y reafirmación de los numerosos valores compartidos que nos unen. En especial, quisiera expresar mi agradecimiento al Parlamento de la República de Chile, país amigo, y a la Fundación Encuentros del Futuro, tanto a sus responsables como a sus miembros.

Renuevo mi más cordial bienvenida a todos ustedes y agradezco de antemano sus valiosas aportaciones.