En nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso, la Oración y el Saludo sean sobre el Enviado de Dios, Su Familia y Sus Compañeros
Señoras y señores miembros del Comité Ejecutivo de la Unión Parlamentaria de Consejos de los Estados miembros de la OCI,
Señor Secretario General,
Señoras y señores,
Es un placer para mí participar con ustedes en la apertura de la 52ª Reunión del Comité Ejecutivo de la Unión de Consejos de los Estados miembros de la Organización de Cooperación Islámica (OCI), reflejando así el interés que el Reino de Marruecos, miembro fundador de la Organización de Cooperación Islámica, concede a las cuestiones de los pueblos y de la Umma islámica.
En primer lugar, quisiera darles la bienvenida al Reino de Marruecos, tierra que vio nacer la Organización de la Conferencia Islámica, por decisión tomada en la Cumbre islámica celebrada en Rabat del 22 al 25 de septiembre de 1969, tras la quema criminal de la mezquita de Al-Aqsa, primera de las dos Quiblas y tercer lugar sagrado del Islam, perpetrada por bandas sionistas el 21 de agosto de ese mismo año.
Qué triste y entristecedora coincidencia que, después de 55 años, Al-Aqsa, Al-Quds, así como los demás territorios palestinos y el pueblo palestino hermano, sigan enfrentándose a las mismas condiciones de ocupación, a las mismas formas de asesinato, asedio y agresión contra vidas y bienes. Reiteramos aquí nuestra firme condena de estos actos.
No deseo aprovechar la ocasión que ofrece la organización de estas reuniones por parte de mi país para hacer repaso del constante e histórico apoyo del Reino de Marruecos a la causa del pueblo palestino, a su independencia y al establecimiento de su Estado con Al-Quds como capital, donde los marroquíes tienen barrios, murallas y una puerta histórica. Sin embargo, es mi deber recordar los proyectos concretos llevados a cabo por la agencia Bayt Mal Al Quds Acharif, emanada del Comité Al Quds, presidido por Su Majestad el Rey Mohammed VI, que Dios Le Asista, en apoyo a la resistencia de los habitantes de la ciudad frente a la colonización y la ocupación. También es mi deber recordar las recientes iniciativas de Su Majestad el Rey Mohammed VI, que Dios Le Glorifique, enviando ayudas a los habitantes de Gaza, convirtiendo al Reino de Marruecos en el primer país que les proporciona ayuda por vía terrestre. Todo ello ilustra el compromiso inquebrantable de Marruecos con la causa palestina y con los derechos legítimos del pueblo palestino a la independencia y al establecimiento de su Estado independiente.
Señoras y señores,
Todos somos unánimes en nuestra condena de los crímenes de la ocupación israelí contra el pueblo palestino desarmado, así como de sus flagrantes violaciones de los derechos humanos y de los principios fundamentales del Derecho internacional y del Derecho internacional humanitario. Asimismo, compartimos la misma observación con respecto a la posición de las potencias influyentes en la toma de decisiones internacionales, que contravienen los derechos humanos que ellas mismas consideran sagrados, incluidos el derecho a la vida, a la libertad, a la alimentación, a la hospitalización, a la educación y a la vivienda; derechos de los que actualmente están privados nuestros hermanos palestinos de Gaza. Pero, al mismo tiempo, deberíamos reflexionar sobre el estado del mundo islámico, sus divisiones, sus conflictos internos, sus guerras y la desconfianza que prevalece entre sus miembros, lo que inevitablemente se refleja en el nivel de apoyo que sus países prestan al pueblo palestino y debilita su posición ante la comunidad internacional en la defensa de las causas de los pueblos y los intereses de la Umma islámica, en particular la causa palestina.
Bajo la dirección de la Autoridad Nacional Palestina, el hermano pueblo palestino merece todo el apoyo necesario para obtener sus derechos legítimos, lo que solo puede lograrse abriendo un horizonte político claro por medio de negociaciones encaminadas a establecer un Estado palestino independiente con Al-Quds- Este como capital. Esta solución debe ser garantizada por la comunidad internacional dentro de un marco de compromiso claro, firme y sincero.
El pueblo palestino no está haciendo todos estos sacrificios para aspirar a una ilusión o a un Estado fragmentado.
Señoras y señores,
Durante sus reuniones, aprobarán los proyectos de orden del día de los Comités Permanentes y Temáticos, así como de la Conferencia General de la UPCI. Aunque estas reuniones tengan un carácter organizativo, no estarán desprovistas de debate político y de orientación de las discusiones y los trabajos.
En este sentido, sería más útil y beneficioso para los pueblos islámicos que los debates, propuestas y posiciones de nuestra Unión se enmarquen en una perspectiva práctica, racional y realista, que permita a nuestros países hacer frente a los retos a los que se enfrentan y a las crisis que les acosan.
La situación de los países islámicos refleja muchas de estas crisis, ya que los conflictos más antiguos, complejos y agudos tienen lugar en los países islámicos. Aunque algunos de estos conflictos están relacionados con intervenciones externas, en parte se deben al sectarismo aborrecible, a la falta de independencia en la toma de decisión nacional en algunos casos, al atentado contra la integridad territorial de los Estados y al avivamiento de las tendencias separatistas.
La importancia de las propuestas y recomendaciones que pueda formular nuestra Unión, sus órganos especializados y sus Comités Permanentes, reside en su realismo, su aplicabilidad, su claridad y su apropiación por los Parlamentos miembros, sobre la base de un consenso que no excluya la adopción de decisiones y orientaciones por parte de la mayoría.
Por otra parte, las decisiones de nuestra Unión, por eficaces y creíbles que sean, solo serán efectivas y productivas si son inteligentes, coherentes y adaptadas a los cambios internacionales, y aceptadas y apropiadas por las demás instancia de acción islámica conjunta, ya que son ellas las que están en condiciones de aplicarlas y coordinarlas.
Esta necesaria coordinación y apertura a las organizaciones del mundo islámico, tanto gubernamentales como temáticas, deben extenderse también a las organizaciones parlamentarias multilaterales, con el fin de dar a conocer nuestras causas y corregir los errores y confusiones que hacen que gran parte de la opinión pública internacional se vuelva en nuestra contra, simplemente porque un puñado de extremistas cometen, en nombre del Islam y de los musulmanes, actos vergonzosos y condenables de los que todo el mundo sabe que el Islam es inocente.
A este respecto, quisiera recordar el documento central, «La Declaración de Marrakech», que coronó los trabajos de la Conferencia Interparlamentaria sobre «El diálogo interconfesional: cooperar por nuestro futuro común», celebrada en Marrakech, Reino de Marruecos, del 13 al 15 de junio de 2023, bajo el Alto Patrocinio del Comendador de los Creyentes, Su Majestad el Rey Mohammed VI, que Dios Le Asista, y organizada conjuntamente por el Parlamento marroquí, la Unión Interparlamentaria y otras organizaciones internacionales. Esta declaración constituye un documento parlamentario internacional de referencia en el ámbito del diálogo interconfesional, de las civilizaciones y de las creencias, que debemos obrar por ponerlo en práctica al servicio de nuestras causas y corregir la imagen del Islam y del mundo islámico, al menos entre los miembros de la comunidad parlamentaria internacional.
Señoras y señores,
La centralidad de la cuestión palestina y nuestras responsabilidades políticas y civilizatorias hacia ella no deben desviarnos de nuestra determinación de corregir las relaciones entre los países islámicos, de reforzar nuestras relaciones económicas y comerciales, que son las más débiles entre los bloques regionales y continentales, y de afrontar nuevas crisis y fenómenos como el cambio climático, las migraciones, los refugiados, el sufrimiento de las comunidades y minorías musulmanas en los países no musulmanes, la educación y la participación de las mujeres en los puestos de decisión, tanto representativos como ejecutivos.
Para responder a todas estas preguntas, nuestra Unión ha creado Comités Permanentes y, en nuestras conferencias, hemos repetido constantemente los mismos diagnósticos y recomendaciones.
Sin embargo, ¿no ha llegado el momento de ser más prácticos y de tener influencia en el orden internacional emergente, sabiendo que solo podemos ser influyentes si somos fuertes, y que solo podemos ser fuertes si somos racionales y estamos unidos?
Estimada/os hermanas y hermanos,
Mi intención con este discurso no es pintar un cuadro desalentador de la situación del mundo islámico, un mundo que, a pesar de todo, presenta numerosos signos positivos y alberga países que hoy son verdaderos ejemplos de éxito, de los cuales podemos sentirnos orgullosos. Sin embargo, la gravedad de las crisis que afectan a varias de nuestras naciones, su vulnerabilidad y la debilidad de la posición del mundo islámico en este contexto internacional cada vez más complejo, nos llevan a plantearnos preguntas críticas.
Les deseo mucho éxito en sus trabajos y les reitero la bienvenida al Reino de Marruecos.
Gracias por su atención.