En nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso
Señoras y señores President(a)es,
Estimada/os colegas,
Me complace darles la bienvenida, queridos hermanos y amigos, en el suelo del Reino de Marruecos, agradeciéndoles haber aceptado nuestra invitación, como muestra de amistad que une a nuestros países y consolidando la dimensión parlamentaria de la asociación y cooperación euromediterráneas, en un contexto regional y mundial lleno de desafíos y riesgos.
Hemos acertado al acordar el tema de: "La cooperación euromediterránea en el siglo XXI y el papel de la Asamblea Parlamentaria de la Unión para el Mediterráneo en la consolidación de dicha cooperación” como eje de la 17ª Sesión de nuestra Asamblea, de sus órganos y de sus mecanismos, incluyendo la Cumbre de Presidentes.
Antes de dirigirnos al futuro de nuestras relaciones, permítanme preguntarnos sobre las situaciones en la región euromediterránea y sus destinos actuales, y antes de ello, preguntarnos sobre los resultados de la cooperación y asociación euromediterráneas. En este contexto, el proceso de Barcelona lanzó a finales del siglo XX grandes esperanzas para lograr la paz y la seguridad, así como para compartir el desarrollo al transformar el espacio euromediterráneo en una zona de prosperidad común. ¿Se han cumplido estas esperanzas después de casi tres décadas desde el establecimiento de puentes institucionales en las relaciones entre ambas orillas del Mediterráneo, y después de veinte años de la transformación del Foro Parlamentario Euro-Mediterráneo creado en 1998 en una Asamblea Parlamentaria Euro-Mediterránea en 2004?
Estimada/os Presidentes de Consejos y Jefes de Delegaciones y colegas, permítanme confirmarles que estoy plenamente convencido de la asociación euromediterránea y que creo en un futuro mejor para los pueblos de la región. Sin embargo, la realidad geopolítica y la situación de la seguridad en nuestra región euromediterránea son, hoy más que nunca, motivo de preocupación e incluso de pesar, ya que varios factores socavan la coexistencia, la cooperación y el entendimiento, y amenazan con disipar todas las esperanzas surgidas tras el lanzamiento del Proceso de Barcelona, los Acuerdos de Oslo y la Conferencia de Madrid de Paz en Oriente Medio.
Los retos a los que se enfrenta nuestra región euromediterránea se han agravado, creando nuevos dilemas que frenan el entendimiento y socavan las relaciones bilaterales y multilaterales entre los países de la región y los grupos regionales. Como consecuencia, la paz en Oriente Medio parece ahora más lejana que nunca. La sangre que corre en Gaza, la destrucción masiva a la que está siendo sometida y la confiscación del derecho de los niños a la vida y al disfrute de los derechos humanos nos interpelan a todos, aumentan el nivel de odio y fertilizan aún más el terreno para el fanatismo y el extremismo.
Alrededor del conflicto palestino-israelí surgen otros conflictos destructivos por los que los pueblos de la región están pagando el precio, y el extremismo y el terrorismo están floreciendo en un entorno de inestabilidad y ausencia o debilidad del poder del Estado.
Ante estas condiciones explosivas, no debemos rendirnos y debemos continuar nuestra búsqueda de la paz. No creo que lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo en Gaza y en los demás territorios palestinos deba ser un obstáculo para abrir el horizonte para una verdadera resolución y una paz justa y global basada en la solución de los dos Estados, de acuerdo con la legitimidad y el derecho internacionales, que permita al pueblo palestino tener su propio Estado independiente viable con Al-Quds Al-Sharif como capital y bajo el gobierno de la Autoridad Nacional Palestina.
Los pueblos de la región se han cansado de las guerras, el conflicto, la destrucción y la violencia hasta la frustración, y la agresión israelí contra los civiles palestinos que pagan el precio de este conflicto ha sobrepasado todos los límites, llegando al extremo de la intimidación, el hambre, la humillación y la denigración. Ante esto, debemos dirigirnos a las raíces de este conflicto y a los orígenes de la causa, es decir, poner fin a la ocupación israelí de los territorios palestinos, tal y como exigen la legitimidad internacional y las resoluciones pertinentes de la ONU.
Permítanme recordarles que el Reino de Marruecos, ya sea bajo el reinado de Su Majestad el difunto Rey Hassan II, que Dios le Tenga en Su Santa Misericordia, o de Su Majestad el Rey Mohammed VI, que Dios le Asista, Presidente del Comité de Al-Quds, siempre ha sido proactivo y solidario con el derecho inherente palestino, basando sus iniciativas en el llamamiento a una paz basada en la justicia, la solidaridad y la coexistencia entre los pueblos de la región.
En medio de la amenaza israelí de un ataque aplastante contra la zona de Rafah, donde se hacinan más de un millón de ciudadanos palestinos desplazados, las potencias que influyen en la toma de decisiones internacionales deben presionar a Israel para que ponga fin a su guerra contra Gaza y permita que los civiles respiren el oxígeno de la vida y disfruten de unos momentos de sueño tranquilo libres del ruido de los aviones y los bombardeos. La conciencia del mundo y los valores de los derechos humanos, la justicia y la humanidad están siendo puestos a prueba hoy ante esta grave escalada y guerra contra civiles pacíficos. Aprovecho esta oportunidad para pedir a nuestros colegas de la Unión Europea que colaboren con sus gobiernos para tomar medidas inmediatas que pongan fin a esta tragedia. Igualmente, invito a los Parlamentos del mundo a que alcen sus voces para que se ponga fin inmediatamente a la guerra y hagan un llamamiento a la paz y al diálogo.
Señoras y señores,
Además de los conflictos de Oriente Medio, nuestra región euromediterránea se enfrenta a otros desafíos. Estos conflictos y la guerra en Europa del Este han llevado a los países de la región a aprobar importantes aumentos del gasto militar, lo que nos recuerda la carrera de armamento durante la Guerra Fría, dado que la región euromediterránea es aquella en la que se acumulan las mayores cantidades de armas. Aunque los países tienen derecho a adoptar las políticas de defensa necesarias para proteger su seguridad y sus intereses, la pregunta del aumento de los gastos militares frente a las crisis, las situaciones de hambruna y la aguda escasez de alimentos y servicios, nos interpela a todos, como comunidad euromediterránea, sobre lo que hemos conseguido en cuanto a los objetivos de paz en la región, como uno de los elementos del Proceso de Barcelona, y sobre los posibles conflictos futuros y su intensidad.
Estimada/os colegas,
Nuestra región se ve amenazada por otros retos antiguos y nuevos, como las repercusiones de los desequilibrios climáticos y la contaminación. El Mediterráneo se considera el mar más expuesto al estrés, en el que se vierten toneladas de contaminantes que causan graves daños a los recursos y la vida marinos. La cubierta forestal también está disminuyendo a un ritmo alarmante debido a la sequía, los incendios, el uso excesivo de la tierra y la exposición al estrés. Además de las consecuencias de todo esto para la vida humana, que provoca desplazamientos, y para la diversidad vegetal y animal, la humanidad corre el riesgo de perder una de las fuentes de nutrición más ricas, diversas y beneficiosas del mundo, algunas de las zonas turísticas más bellas del planeta y una parte importante del patrimonio natural humano sobre el que se fundaron las civilizaciones más antiguas y ricas.
Estos retos y factores, así como otros fuera de la zona euromediterránea o más allá, están contribuyendo a un llamativo aumento del fenómeno de la migración irregular, el asilo y el desplazamiento, con las tragedias humanas que los acompañan. El mar Mediterráneo se ha convertido en un cementerio para miles de jóvenes que buscan esperanza de trabajo, un medio de vida, seguridad, libertad o protección frente al fanatismo sectario o étnico. Quienes arriesgan su vida en las barcas de la muerte lo hacen bajo coacción, ya sea por guerra, conflicto, sequía, desempleo o falta de ingresos. En todos los casos, son víctimas de redes de trata de seres humanos y de factores de los que no son responsables.
Aunque las migraciones en nuestra cuenca mediterránea han sido, a lo largo de la historia antigua, medieval, moderna y contemporánea, un fenómeno de enriquecimiento humano, mestizaje y aculturación intenso, rico y único, lamentablemente son hoy fuente de conflictos, racismo, discriminación y estigmatización del otro, alimentados por medios de comunicación engañosos. Además, las migraciones se han convertido en el centro de las pujas electorales en varios países de la ribera norte del Mediterráneo, mientras que el nativismo y la xenofobia encabezan los programas y las agendas de varios partidos políticos, convirtiéndose en uno de los temas favoritos en las pujas electorales, siendo una herramienta para ganar las elecciones.
Aunque no deben pasarse por alto los modelos exitosos de integración y gestión colectiva del fenómeno de la migración irregular entre el Norte y el Sur, como demuestra el conocido modelo de cooperación polifacética entre los Reinos de Marruecos y España para hacer frente al fenómeno, (a pesar de todo) todos los partidos, fuerzas, intelectuales e instituciones democráticos del Norte están llamados a invertir la ecuación que vincula los problemas de las sociedades europeas con el fenómeno de la migración y a hacer frente al discurso xenófobo. Del mismo modo, se les invita a recordar el papel histórico desempeñado por los emigrantes en las economías de varios países europeos, así como las contribuciones de muchos de ellos, de sus hijos y de sus conciudadanos al esplendor científico, cultural y deportivo de estos países.
Permítanme también recordarles que los países de las orillas meridional y oriental del Mediterráneo ya no son principalmente fuentes de migración, sino que algunos de ellos se han convertido en países de acogida y tránsito, con todos los costes que ello conlleva, además de los costes asociados a los viajes y el asilo, especialmente como consecuencia de los conflictos.
Señoras y señores,
A pesar de los crecientes retos y de los factores que no facilitan la consecución de los nobles objetivos para los que se lanzaron el Proceso de Barcelona y el brazo parlamentario de la cooperación euromediterránea, nuestras asociaciones económicas han logrado grandes avances gracias a la vitalidad y el compromiso del sector privado de ambas orillas y a los avanzados acuerdos bilaterales y multilaterales. Sin embargo, nuestros intercambios siguen necesitando una mayor seguridad jurídica y un mayor compromiso político de todas las partes para protegerlos de los caprichos de los grupos de presión de intereses estrechos y de las tendencias ideológicas extremas explotadas por los partidos interesados en dañar el libre comercio y los intercambios comerciales y mantener a la región cautiva de la lógica de la Guerra Fría y su ideología.
A cambio, debemos, tanto en los parlamentos nacionales como en el Parlamento Europeo, velar por consolidar los acuerdos celebrados por nuestros países y garantizar su seguridad jurídica para facilitar su puesta en marcha sin trabas, y no dejarlos sujetos a los caprichos de algunos.
La Asociación Euromediterránea ha dado grandes pasos en los ámbitos de las energías renovables, el apoyo a las pequeñas y medianas empresas, la sociedad civil y la investigación científica y académica, como demuestra la Universidad Euromediterránea de Fez, capital espiritual del Reino de Marruecos.
Hemos alcanzado muchos objetivos en el ámbito de la asociación para los derechos de la mujer, la igualdad de género y el apoyo institucional, en particular gracias a los programas de hermanamiento institucional financiados por la Unión Europea, a la que quiero agradecer, así como en lo que respecta a los programas de apoyo al desarrollo y a la economía verde.
Sin embargo, la consolidación de estos logros para el futuro sigue dependiendo del nivel de confianza en el que deben basarse nuestras relaciones, de la honestidad política en nuestras relaciones, de la estima mutua y del respeto a las decisiones soberanas de nuestros países e instituciones.
Debemos apoyar esto mediante el diálogo cultural e intelectual, facilitar el entendimiento mutuo y revalorizar la cultura como palanca de los intercambios, la fraternidad y la amistad euromediterránea. Si los fanáticos y los introvertidos de unos y otros se empeñan en alejarnos aún más del sueño de recuperar el espíritu de Granada, Fez, Atenas, Roma y Alejandría, unas decisiones políticas fuertes, audaces y sabias, fieles a las asociaciones, que evoquen la historia y se basen en el derecho y en los valores más que en los intereses, aclararán el horizonte de nuestras asociaciones y nos ayudarán a recuperar las esperanzas que nacieron en Barcelona hace casi treinta años.
La realidad de la fragmentación que caracteriza el orden mundial, así como las amenazas a las que nos enfrentamos juntos y la entrada de nuevos actores internacionales en las ecuaciones de los conflictos internacionales, incluidas las organizaciones terroristas, nos exigen más que nunca seguir adelante en nuestras asociaciones con la intención de renovarlas, respetando a todas las partes implicadas, apoyando el derecho de cada Estado a su integridad territorial y a su soberanía, y luchando contra las tendencias separatistas que se aprovechan del engaño político y mediático para ganar adeptos, sembrar el terror y la violencia, y alimentar el ciclo de la violencia, en particular cuando sus intereses se alinean objetivamente con los de los grupos terroristas.
Como se ha confirmado, Marruecos, fiel a sus tradiciones de coexistencia, moderación y libertad, no escatimará esfuerzos para proseguir su compromiso constructivo a favor de la renovación de la Asociación Euromediterránea.
Les doy la bienvenida una vez más y les agradezco su atención.