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Alocución del Presidente de la Cámara de Representantes, Rachid Talbi El Alami, en la apertura de la Conferencia Parlamentaria Africana sobre el tema de "la cooperación parlamentaria africana en el contexto de los desafíos actuales"

Señoras y señores parlamentaria/os

Sus Excelencias Embajadores,

Señoras y señores.

Una vez más, nos complace acogerles, hermanos y hermanas, que pertenecemos al suelo fértil de África, a la historia común de la lucha, a la cultura africana rica en su extensión en el tiempo y en su diversidad única que se extiende sobre un vasto campo continental, y colegas con los que compartimos los proyectos de construcción democrática e institucional y la aspiración a la esperada emergencia africana.

Querida/os colegas, al pensar en acoger esta conferencia, nos movían varias preocupaciones. En primer lugar, por la magnitud de los desafíos a los que se enfrenta nuestro continente, así como su intensificación en un contexto de recrudecimiento y reproducción de sucesivas crisis internacionales. En segundo lugar, por la necesidad de encontrar espacios parlamentarios de debate lejos de las normas que rigen las conferencias institucionales temáticas que celebramos en el marco de las organizaciones parlamentarias multilaterales. En tercer lugar, por la voluntad de contribuir colectivamente a apoyar la defensa emprendida por estas organizaciones continentales y regionales africanas y los Parlamentos nacionales de los intereses de nuestro continente.

 

Esta conferencia se inscribe, por supuesto, en el marco de los encuentros parlamentarios temáticos africanos que fueron acogidos por más de una capital africana, incluidos los organizados por la Cámara de Representantes del Reino de Marruecos, que albergó una serie de coloquios y conferencias sobre una serie de cuestiones africanas fundamentales, tales como "África frente a los desequilibrios climáticos", los desafíos de "la integración africana" y "la circulación de personas y bienes entre los países africanos" y otros.

Querida/os colegas,

Señoras y señores:

 

Los desafíos a los que se enfrenta nuestro continente hoy no requieren mucha pena ni un esfuerzo particular para diagnosticarlos, pero necesitan principalmente nuestras respuestas colectivas, nuestra inteligencia colectiva y un mayor nivel de movilización y preparación para defender los intereses de nuestro continente frente al desarrollo de los egoísmos continentales y nacionales en otros continentes, lo que fue confirmado con pruebas tangibles durante la pandemia de "COVID-19", cuando nuestros países, Gobiernos, Parlamentos, fuerzas civiles y políticas, estructuras médicas y sociales, afrontaron la pandemia y sus repercusiones con capacidades limitadas, pero con una voluntad sólida y una solidaridad social que está en el corazón de la cultura africana.

 

No quiero, con este recordatorio, resucitar una de las heridas que sufrió nuestro continente en el marco de las relaciones internacionales injustas, pero mi preocupación es recordar que la autonomía, la voluntad común africana y la unificación de los esfuerzos son la clave para hacer frente a los desafíos que obstaculizan numerosas dinámicas de desarrollo a nivel del continente.

 

Al frente de la lista de retos que afronta nuestro continente africano figura el resurgimiento de conflictos internos, principalmente en varios países del continente, mientras que la seguridad interna en varios países se ve socavada, después de que África ha logrado deshacerse de los conflictos transfronterizos y otros internos, paralelamente a la construcción de instituciones nacionales y democráticas, y después de que la celebración de elecciones regulares se ha convertido en la abrumadora mayoría de nuestros países en una tradición política respetada y ha emergido una nueva generación de élites políticas que dirigen África a todos los niveles.

 

Al consultar brevemente el mapa de los conflictos en todo el mundo, queda claro que África sigue siendo el continente que sufre el mayor número de conflictos más complejos del mundo.

 

Estos conflictos contribuyen a agravar y alimentar la fragilidad, en particular en contextos geopolíticos en los que los movimientos terroristas y las tendencias separatistas han logrado encontrar un sitio importante en algunas regiones del continente, socavando el desarrollo, la construcción democrática e institucional, la estabilidad y la paz.

 

Si el desafío terrorista en su forma contemporánea es ajeno a nuestro continente, importado y no tiene nada que ver con el entorno africano moderado y pacífico, sus extensiones y raíces internacionales lo hacen más nocivo en los contextos africanos.

 

El terrorismo en África no solo obstaculiza la estabilidad, sino que impulsa a la generalización del caos y el estado no Estado, y se aprovecha de diversos recursos estratégicos en algunos países del continente para financiar sus actos y su expansión, y aumentar el nivel de terror entre la población. De esta manera, se integra con el resto de las formas de criminalidad organizada y los movimientos separatistas con los que comparte intereses, estrategias y apuestas.

 

Si la comunidad internacional, en particular las potencias influyentes en la toma de decisiones internacionales y los países ricos, están a prueba para aportar un apoyo serio, tangible y diversificado con el fin de hacer frente al terrorismo y erradicar sus movimientos, nuestros países africanos son llamados a estimar la magnitud del peligro del terrorismo inminente y amenazante para todos, y en especial a estimar la magnitud del peligro que representa la alianza entre el terrorismo y la separación, no sólo en la estabilidad y la seguridad, sino principalmente en el desmantelamiento de los Estados, con las repercusiones de todo esto en los desplazamientos masivos, el asilo y las tragedias humanas que los acompañan.

 

Ante estas situaciones, estamos llamados, en tanto que Parlamentos africanos y en las organizaciones parlamentarias multilaterales africanas, a abogar por una estrategia internacional urgente de lucha contra el terrorismo en África en la que la comunidad internacional se implique con todas sus capacidades posibles, paralelamente, por supuesto, a una labor seria con los Gobiernos de los países concernidos para un desarrollo local basado en una asociación que rompa con los modos tradicionales de apoyo al desarrollo y permita transformar el potencial de África en riquezas productoras de empleo e inclusivas para todos. Esto erradicaría el terreno fértil en el que florece la cultura del radicalismo, el extremismo y el terrorismo.

 

Es una ocasión para renovar la solidaridad con todos los países hermanos de África que hacen frente al terrorismo con paciencia y determinación.

 

            La magnitud de este peligro requiere, querida/os colegas, un cambio radical en el tratamiento internacional del terrorismo en África. Se trata de una responsabilidad moral antes de ser política y estratégica.  Esto nos obliga también, como legisladores africanos y representantes de los pueblos, a poner esta exigencia en el primer plano de la agenda de nuestros alegatos en los foros parlamentarios internacionales.

 

Señoras y señores,

 

Este desafío en materia de seguridad converge con lo que se impone por las necesidades de seguridad alimentaria en el continente africano y lo que conlleva la escasez de alimentos, y a veces la hambruna en algunas regiones africanas, en términos de condiciones humanitarias. La inestabilidad socava los proyectos de desarrollo, frena el conjunto de las dinámicas económicas y desarrolla una economía de sombra paralela, que no está sometida a ningún control ni reglamentación. Si rechazamos firmemente la descripción de África como el continente "afligido", como algunas literaturas se complacen en describir, garantizar la seguridad de toda África nos interpela primero, a nosotros los africanos, pone en tela de juicio los conceptos de "asociación internacional" y "solidaridad" y cuestiona la posición de África en las estrategias internacionales.

 

La guerra actual en Europa del Este ha revelado hasta qué punto la situación alimentaria en África está afectada por las situaciones geoestratégicas internacionales, la magnitud de las repercusiones del sistema instaurado por la división internacional del trabajo en nuestros países africanos, y la gran injusticia que sufren nuestros países africanos. Así, los precios de los alimentos han subido insoportablemente, al igual que las tasas de inflación, lo que ha afectado a las familias y ha aumentado los gastos públicos.

 

Sin embargo, debemos preguntarnos, querida/os colegas, ¿si la situación alimentaria, la aguda escasez de suministros y la incapacidad de proporcionarlos a todos nuestros conciudadanos en África es una fatalidad? No lo creo. Nuestro continente posee el 60% de las tierras cultivables del mundo, y de muchas regiones de África, miles de millones de metros cúbicos de agua dulce se vierten en los océanos, y los bosques de África son capaces de proporcionar pastos para el ganado que pueden alimentar a una parte importante de la humanidad, y el mayor porcentaje de jóvenes capaces de trabajar y producir está en nuestro continente.

 

¿Dónde reside el problema? Es cierto que los desequilibrios climáticos tienen un impacto crítico en la agricultura africana debido a la desertificación y a veces a la sequía e inundaciones derivadas de estos desequilibrios, pero todo esto puede ser tratado y absorbido hoy si existe la voluntad política de la comunidad internacional. A este respecto, quisiera preguntarles si los donantes internacionales y las potencias, que se han beneficiado durante décadas y siguen beneficiándose de la contaminación de la tierra debido a una industrialización a ultranza, han cumplido sus compromisos asumidos en las Conferencias de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en particular la Conferencia Cop 21 de París y la Conferencia Cop 22 de Marrakech, en lo que se refiere a la financiación del "Fondo Verde para el clima", destinado principalmente a los países en desarrollo afectados por el calentamiento climático, incluyendo a África, que sólo aporta el 4% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

 

Existen otros factores decisivos que pueden superarse y que siguen frenando el desarrollo de las fuentes de alimentos en África: es decir, la agricultura, la ganadería y la pesca marítima. La financiación débil no permite la puesta en marcha de proyectos estructurados y estratégicos que transformen el potencial de África en estos sectores en riqueza, y la ausencia de tecnologías utilizadas hace que la agricultura en la mayoría de nuestros países sea tradicional y de subsistencia. Además, los escasos medios para crear instalaciones que permitan la movilización del agua no ayudan al surgimiento de cultivos irrigados de alto rendimiento y duraderos.

 

Para invertir estas ecuaciones, la comunidad internacional debe una vez más romper con sus tendencias centrales, sus egoísmos y la tendencia a favorecer los intereses nacionales, facilitando la transferencia de tecnologías, capitales, competencias, patentes y resultados de la investigación científica y de técnicas de producción a los países de nuestro continente.

 

Señoras y señores,

 

Además de las tierras agrícolas y los recursos humanos, nuestro continente es rico en recursos marítimos. Tiene 13 millones de kilómetros cuadrados de fondos marinos y 6,5 millones de kilómetros cuadrados de plataforma continental, lo que representa una enorme cantidad de recursos. Asimismo, dispone de 26.000 kilómetros de costa que ofrecen un espacio propicio para las enormes actividades y los intercambios comerciales continentales e internacionales intensos y lucrativos.

 

Imaginemos la magnitud del potencial que estos recursos marítimos ofrecen para la producción de alimentos y el desarrollo de una industria alimentaria pionera.

 

Por otra parte, nuestro continente dispone de un gran potencial para producir energía a partir de fuentes renovables, pero también puede convertirse en líder mundial en este campo.

 

Además de las tecnologías, la financiación y las competencias, los Parlamentos africanos debemos velar por la gobernanza de las infraestructuras de producción y distribución de alimentos. A este respecto, es esencial promover la sostenibilidad de la agricultura y desarrollar el sentido de la agricultura solidaria, en el que las mujeres ocupan una posición de liderazgo.

 

Todo lo que hemos mencionado requiere de nuestra parte la confianza en nuestras capacidades y en la necesidad y la importancia de la cooperación Sur-Sur. Tenemos que entender que África es el continente del futuro y de las oportunidades prometedoras, de lo contrario, ¿por qué África está hoy en el centro de una gran competencia internacional, como lo confirma la cantidad de herramientas supuestamente movilizadas para la asociación con África? ¿Por qué todas las grandes potencias buscan tener una influencia económica en África en un contexto regido por la lógica de los intereses?

 

Señoras y señores:

 

En cada encuentro africano, recuerdo las palabras de Su Majestad el Rey Mohammed VI, que Dios le glorifique, durante su histórico discurso ante la 28ª Cumbre de la Unión Africana celebrada el 31 de enero de 2017 en la capital etíope, Addis Abeba, cuando dijo: " ha llegado el momento de que África aproveche sus riquezas. Después de décadas de saqueo de los recursos de las tierras africanas, ahora es necesario crear un nuevo período de prosperidad", fin de la cita real.

 

Según esta visión real, que vela por los intereses de África, debemos recordar los proyectos agrícolas pioneros basados en la asociación ganar-ganar llevados a cabo por el Reino de Marruecos con varios otros países africanos hermanos, como las granjas agrícolas africanas y la Iniciativa para la Adaptación de la Agricultura Africana (AAA), así como los proyectos del Grupo Líder Oficio Jerifiano de Fosfatos (OCP) para el desarrollo y la intensificación de la agricultura africana, permitiendo a los agricultores africanos acceder a los fertilizantes orgánicos.

 

Señoras y señores:

 

Ya se trate de la lucha contra el terrorismo, la construcción de la paz o la consecución del desarrollo, la democracia y la seguridad alimentaria, debemos obrar según una lógica de cooperación. Es esencial adoptar una estrategia de cooperación, orientarse hacia el futuro, reforzar la solidaridad y promover una asociación equitativa, apoyándose en la historia, sus lecciones y sus dinámicas, sacando lecciones de las guerras y las crisis.

 

Debemos velar por el respeto de nuestras especificidades culturales e institucionales, así como de las culturas africanas en tanto que profundidad, perspectivas y palancas de desarrollo.

 

En todo esto, nuestros Parlamentos nacionales tienen enormes responsabilidades que debemos asumir con una determinación inquebrantable, defendiendo los intereses de nuestro continente.

 

Le doy la bienvenida de nuevo y les agradezco su amable atención.