Señoras y Señores Presidentes y queridos Compañeros,
Honorables Compañeras y Compañeros,
Enorme es la alegría que me embraga al encontrarme con compañeros y amigos en este país vecino y amigo, una alegría que se hace aún más grande al participar en los trabajos del IV Foro Parlamentario Marroquí-Español, que ha sido objeto de elogios debido a la regularidad con que se celebra y a la inteligencia que preside la elección de los temas tratados, centrándose especialmente en cuestiones de gran actualidad que constituyen importantes apuestas para los Reinos de España y de Marruecos.
El presente Foro constituye, sin duda alguna, uno de los mecanismos del diálogo institucional que contribuye a la consolidación de las excelentes relaciones existentes entre España y Marruecos, con la mirada puesta en los nuevos horizontes de cooperación. Es igualmente una ocasión para formular propuestas susceptibles de aportar continuidad y calidad a los vínculos establecidos entre nuestros dos países desde siglos atrás, basados en una fecunda profundidad histórica, humana y cultural, amén de una fe común en los nobles valores humanos que tanto necesitamos hoy en unos contextos marcados por el fanatismo, el extremismo, el ostracismo, el separatismo, los estrechos nacionalismos y el rechazo al otro.
Dentro de estos contextos, Marruecos y España representan no sólo un modelo de buena vecindad, sino también el ejemplo de un entorno seguro basado en la confianza antes que en el beneficio, orientándose, con una actitud positiva y llena de optimismo, hacia la edificación del futuro común. La visión adoptada para ello se inspira en la historia que nos une y evoca la memoria de Averroes y de Ibn Hazm, reviviendo en la memoria de las generaciones presentes y venideras el recuerdo de aquella gran civilización que se desarrolló a ambas orillas del extremo Mediterráneo occidental forjando las bases de las ciencias modernas y contemporáneas tras haberse impregnado de las ciencias, ingenierías, arquitectura, filosofía y literatura que florecieron en Atenas, Roma, Alejandría, Babel y Cartago.
En este sentido, cabe decir que el legado iberomediterráneo, tal y como lo materializaron las civilizaciones y aportaciones creativas de Granada, Córdoba, Sevilla, Toledo, Fez y Marraquech, ha desempeñado un papel decisivo en el surgimiento de la ilustración europea.
En efecto, la integración de este legado sólo podrá ser positiva y productiva en el grado que lo esperamos nosotros -los defensores de la fraternidad, amistad, concordia, diálogo y cooperación entre las civilizaciones y las culturas- si conseguimos que se desechen las impurezas que pueden atrofiar la historia de nuestras relaciones. En efecto, si las élites de ambos países, incluidos los miembros de los parlamentos y de los gobiernos, las élites económicas, los intelectuales, los científicos y los decisores encuentran las mejores vías para dialogar en torno a las cuestiones problemáticas que existen entre nuestros países, abordándolas con la prudencia necesaria, conseguirán que estas relaciones, basadas en un pasado cultural resplandeciente y en un profuso patrimonio civilizatorio compartido, sean buenas y prometedoras, constituyendo un fundamento para la estabilidad. En este sentido, estoy convencido de que nuestros dos países disponen de la prudencia y profundidad de miras necesarias para preservar el capital que tienen acumulado en términos de buena vecindad, debido a la apertura que caracteriza el discurso político tanto en España como en Marruecos.
No cabe la menor duda también de que compartimos una idéntica convicción en torno a los desafíos que a ambos se nos plantean, a saber, la violencia, el terrorismo, el fanatismo, las migraciones ilegales y desplazamientos forzados, a los que se suman los conflictos regionales e internos que se dan en Oriente Medio y al sur de la cuenca del Mediterráneo, la proliferación de los sesgos y discursos separatistas, la deterioración del medio ambiente y la agravación de los efectos del cambio climático. Todo ello exige el paso de un planteamiento basado en el diálogo y la coordinación a otro que se fundamenta en la adopción de políticas comunes y de posiciones unificadas en los foros internacionales.
Al ser considerados como elementos esenciales para la preservación de la estabilidad en la cuenca del Mediterráneo y en el mundo, España y Marruecos asumen la gran responsabilidad de salvaguardar la estabilidad y la paz en una zona en que se redoblan las responsabilidades y se multiplican los desafíos debido al decisivo papel que la misma desempeña frecuentemente en los desarrollos que conoce el mundo.
Marruecos y España disponen de las bazas y de los motivos suficientes para la adopción de esta orientación común y esta coincidencia en el tratamiento de las cuestiones relativas a las relaciones internacionales y a los problemas que se dan actualmente en el mundo. En efecto, cada uno de los países constituye el umbral del continente al que pertenece y la puerta de entrada al continente vecino, supervisando ambos uno de los pasos marítimos más importantes y estratégicos del mundo, a la vez que comparten una de las lenguas mundiales rica por sus creaciones, belleza e ideales, como lo es la lengua española, que constituye un puente para el intercambio cultural y el diálogo entre los pueblos y las élites de ambos países. La comunidad marroquí residente en España y la española establecida en Marruecos no hacen sino enriquecer esta mutua influencia cultural, al igual que lo hace la presencia cualitativa de las empresas españolas que invierten en Marruecos, enraizando los vínculos humanos, culturales e históricos entre los dos países, y haciendo del beneficio común una de las palancas que garantizan la perennidad de las relaciones entre dos Reinos ancestrales.
Señora Presidenta, Señores Presidentes,
Compañeros y Compañeras,
He aquí uno de las apuestas que se plantean al presente Foro parlamentario, que queremos sea un instrumento para el diálogo y el afianzamiento de las relaciones entre nuestros dos países y para vislumbrar todo cuanto ha de cimentar las relaciones entre dos países vecinos. En su cuarta edición, nuestro Foro se centra en cuestiones y desafíos que comparten ambos países, ya que tanto en el ámbito político como en el securitario, los dos países se enfrentan a idénticos desafíos. En efecto, ambos constituyeron en repetidas ocasiones el blanco de los grupos terroristas, por lo que todo esfuerzo de reforzar la coordinación securitaria y el intercambio de información frente a las amenazas terroristas, redundaría en el interés común de los dos países. Asimismo, ambos obran con la misma determinación, firmeza y empeño con el fin de hacer frente a los peligros del separatismo, que viene a constituir un peligroso desafío estratégico, cuyas aspiraciones no se reducen a un único ente estatal.
Por otra parte, tanto España como Marruecos obran por consolidar la regionalización y la descentralización con miras a consagrar la democracia de proximidad y la implicación política. En este sentido, si la práctica española ha alcanzado un elevado nivel de madurez, convirtiéndose en un modelo europeo y mundial a seguir, Marruecos está llevando a cabo la consolidación de la regionalización, convencido de los beneficios que aporta en términos de desarrollo socioeconómico así como en el ámbito político y de afianzamiento de la unidad nacional. Para tal finalidad, Marruecos adoptó las legislaciones y textos normativos necesarios para que su sistema de regionalización sea eficientemente consolidado para garantizar la prosperidad y los derechos.
Señora Presidenta, Señores Presidentes,
Compañeros y Compañeras,
Nuestro cuarto Foro se propone estudiar la cooperación económica entre los dos países en su relación con el desarrollo sostenible en la zona mediterránea. En este sentido, conviene recordar que España constituye el primer socio comercial de Marruecos y el tercer país inversor en el Reino. Sin duda, las oportunidades y posibilidades que Marruecos ofrece, así como los horizontes que su orientación africana abre, siguen sin ser debidamente aprovechadas, del mismo modo que no son lo suficientemente fructificadas las ventajas de la proximidad geográfica y del entorno seguro. En efecto, disponemos de todas las posibilidades, palancas y fundamentos susceptibles de impulsar nuestra cooperación e intercambios económicos hacia horizontes más profusos y amplios, con una dimensión mundial.
Compañeros y Compañeras,
Entre los principales ejes que vamos a abordar figura la cuestión de la migración y circulación de personas que constituye un reto compartido por los dos países, conocidos por ser sociedades de integración y de buena acogida de inmigrantes. Se trata de una tradición histórica que caracteriza a dos países que han sido desde siempre países de tránsito y de migración. Además, la migración de sus ciudadanos ha constituido, a lo largo de la historia, movimientos de apertura que mucho han beneficiado a la humanidad. Este legado viene a explicar precisamente el hecho de que ambos pueblos acepten el otro y privilegien la convivencia y la diversidad humana y cultural.
La migración está pasando factura a la humanidad e interpela nuestras conciencias con una serie de preguntas relacionadas con los motivos y orígenes de tal fenómeno, suscitando a la vez la cuestión de la responsabilidad que comparte la comunidad internacional en hallar soluciones a la misma y aprovechar los beneficios que comporta.
Debido a su posición geográfica, Marruecos y España constituyen un destino privilegiado para los migrantes. No creo que haga falta recordar aquí el coste económico y social que genera esta situación. A semejanza de lo que España efectuó hace años, Marruecos inició desde el 2013 las operaciones de regularización de los inmigrantes en situación irregular, adoptando una política migratoria que busca la integración social y económica, en cumplimiento tanto de sus compromisos internacionales y morales como de su deber humano.
En consideración de esta política y del planteamiento adoptado por Marruecos con respecto al fenómeno migratorio, la Unión Africana eligió a Su Majestad el Rey Mohammed VI como Líder de la Unión sobre la Cuestión de la Migración.
Desde esta perspectiva, Marruecos y España tienen la obligación moral de hacer que el mundo tome conciencia de la responsabilidad que a todos incumbe de hacer frente a los orígenes de este fenómeno, ya que las personas que arriesgan sus vidas en el Mediterráneo y en demás tierras y mares, lo hacen obligados debido a las guerras, conflictos, sequías y represiones políticas y étnicas a las que son sometidos. Así pues, nos corresponde llamar a la edificación de los puentes del diálogo y del desarrollo compartido, a la transferencia de tecnologías y aptitudes, disponiendo los motivos necesarios para que los migrantes se queden en sus países, sin dejar de recordar que las migraciones fueron a lo largo de la historia fuente de beneficios y productividad.
El debate que llevaremos a cabo en torno a estas cuestiones, desde nuestra posición de electos, resultará indudablemente fructífero para las relaciones de nuestros dos países que siempre han sabido emplear la historia y los valores compartidos para fortalecer sus vínculos y aportarse mutuo apoyo en los momentos necesarios.
Así pues, hemos de obrar conjuntamente por un renovado modelo de cooperación orientado hacia el futuro común. He aquí una opción política estratégica que conviene consagrar y a la que hemos de aferrarnos. En efecto, ha quedado demostrado el mutuo apoyo que ha caracterizado las posiciones de ambos países, durante los momentos decisivos que atravesaron en algún momento de su historia. Marruecos apoyó, y lo seguirá haciendo, la soberanía y unidad del Reino de España en su lucha contra el separatismo, del mismo modo que España respaldó la posición marroquí ante la Unión Europea.
Estos son los mensajes que ha de entender la opinión pública en España, en Marruecos y fuera de ellos. Efectivamente, la carga cultural, el legado histórico y el patrimonio civilizatorio que compartimos cobran todo su peso y valor en el esfuerzo que consentimos a favor de un futuro común. Los vínculos no pueden reducirse a las mercancías sino que son el fruto de una profundidad humana, histórica y cultural erigida en un fecundo capital simbólico que escapa a la lógica del mercado.
Gracias por su atención.